La industria del salmón es una de las principales industrias del país. Hasta el 2008 generaba cerca de 40 mil empleos, entre directos e indirectos, exportaba cerca de 2.500 millones de dólares y daba sustento a gran parte de la décima región y una fracción de la undécima. Con la llegada del virus ISA quedó demostrado que Chile, detrás de las cifras positivas, estaba desarrollando una industria bajo un modelo de producción agotado y con un marco institucional débil, lo que generó graves consecuencias sociales para las regiones afectadas. Los despidos llegaron alrededor de las 17 mil personas y las pérdidas a los 600 millones de dólares. Esto hizo que los agentes involucrados tomaran medidas para superar los problemas de corto plazo (empleo) y de largo plazo (sustentabilidad). En este sentido, encontramos que las empresas, aunque han realizado esfuerzos para cambiar el modelo productivo, básicamente no han tomado medidas efectivas para enfrentar los costos sociales de corto plazo, y éstos fueron asumidos por las municipalidades, Gobierno y en gran medida por los propios desempleados. En la actualidad se está trabajado conjuntamente (empresas y Gobierno) para establecer una institucionalidad que permita una regulación y fiscalización eficiente, por medio del proyecto que modifica la Ley General de Pesca y Acuicultura. Pero aún quedan otros desafíos: está pendiente la necesidad de asociatividad real (la consolidación del cluster del salmón), un cambio hacia un sistema productivo basado en el conocimiento (mayor I&D), el aprovechamiento creativo (Shumpeter) de la situación de crisis y un mejoramiento en las condiciones laborales.