TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGÍSTER EN FINANZAS / Desde que se creó el sistema de seguridad social en Chile en el año 1924, éste por su naturaleza de equidad y solidaridad, siempre consideró que las imposiciones fueran de cargo tanto del empleador como del trabajador. Como dato histórico, el Sistema de Seguridad Social en Chile se inició con imposiciones del orden del 5% del salario del trabajador (2% lo pagaba el trabajador y 3% el empleador). Esta proporción fue aumentando en el tiempo y a su vez el rol del empleador fue cada año más relevante llegando a tasas de imposición superior al 15,7%1.
Cuando comenzó el sistema de capitalización individual en Noviembre de 1980 con el DL 3.500, existía en el país grandes expectativas debido a los cambios radicales que éste contemplaba. Lo primero era que el empleador no aportaba a la tasa de cotización de sus trabajadores. Esto fue bien recibido por los empleadores, los cuales apoyaban el nuevo sistema de pensiones ya que les quitaba un peso importante, considerando que el aporte del empleador oscilaba entre el 5% y el 15,7% (según la caja previsional en que haya estado afiliado el trabajador).
Otro punto que consideraba el nuevo sistema de AFP era la forma en que se financiaban las pensiones. Por ejemplo, el sistema de reparto la pensión de cada persona se financia en parte con los aportes (cotizaciones) que realizan los trabajadores activos, los empleadores y el Estado, por lo tanto, el dinero aportado va a un fondo común con el cual se financian las pensiones. En el sistema de capitalización individual, cada afiliado posee una cuenta donde se depositan sus cotizaciones previsionales, las cuales se capitalizan y ganan la rentabilidad de las inversiones que las administradoras realizan con los recursos de los fondos. Al término de la vida activa, este capital le es devuelto al afiliado o a sus beneficiarios sobrevivientes en la forma de alguna de las modalidades de pensión2.
Otro aspecto relevante que cambió es el porcentaje de cotización, el cual se establecía en un 10% sobre la renta imponible del trabajador. Este cambio se debió principalmente a José Piñera, quien fue el creador de las Administradoras de Fondos de Pensiones en Chile (AFP),
el cual pensaba que con ese monto de cotización se podía alcanzar una tasa de reemplazo (TR)3 del 70%. Así queda estipulado en su libro “El cascabel al gato", el cual indica (se cita textual) que: “En efecto, era preferible fijar el % de la cotización que definir de antemano el monto de la pensión resultante. Si todo iba razonablemente bien, nuestros cálculos indicaban que ahorrando mensualmente un 10% de la remuneración, las pensiones podrían alcanzar a montos equivalentes al 70% de ella al final de la vida de trabajo”4.
Para definir los parámetros que permitirían alcanzar esta tasa de reemplazo se utilizaron supuestos y bases de proyección para un cotizante promedio que han diferido en gran medida de los casos reales y más aún de los que se proyectan para los años venideros. Aun cuando no existen todavía pensionados que hayan cotizado durante toda su vida en el nuevo sistema (lo que requiere aproximadamente unos 40 años de historia), la información obtenida de quienes se han pensionado cotizando desde los inicios del sistema y proyecciones realizadas indican que las tasas de reemplazo que se están alcanzando se encuentran, en general, por debajo del objetivo establecido.
Sumado a lo anterior, el informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) del 2013 reveló que la tasa de reemplazo de las pensiones de los trabajadores de ingresos medios ($580 mil pesos) en Chile alcanza el 52% para hombre y 42% para mujeres. En el caso de quienes ganan la mitad del ingreso medio en Chile llega a 62,5% en hombres y a 53,2% en mujeres. Mientras, en el segmento de quienes perciben 1,5 veces más el sueldo promedio, la cobertura es de 47,7% para hombres y 37,2% para mujeres. El dato es menor al reportado por el mismo informe de la OCDE de 2011, cuando la cobertura de pensión local llegaba a 64,3% para los hombres y a 49,9% para las mujeres. Pese a todo lo malo que esto puede llegar a ser, el análisis final fue todavía más lapidario ya que indica que “las jubilaciones futuras serán en general más bajas que las actuales y los sueldos medios sufrirán esta situación”. Dicho estudio de la OCDE saca a la luz una cifra muy alejada del 70% prometido al imponerse el sistema de AFP en 1980, y muy por debajo de las tasas de reemplazo del promedio de los países de la OCDE, que alcanzan 69,1% para hombres y 68,3% para mujeres. Estas cifras representan un fuerte cuestionamiento al estudio realizado por Ricardo Paredes5, según el cual las tasas de reemplazo en Chile superaban el 80%, con lo que el país se encontraba en una situación muy superior a algunos países desarrollados. Las diferencias de los resultados entre ambas metodologías se puede deber a que Ricardo Paredes trabajó con afiliados outliers, quizás afiliados con una densidad de cotizaciones muy superior al 100% entre otras consideraciones.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/145687 |
Date | 04 1900 |
Creators | Zilleruelo R., Horacio |
Contributors | Ruiz Vergara, José |
Publisher | Universidad de Chile |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
Rights | Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Chile, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/cl/ |
Page generated in 0.002 seconds