Socióloga / El desarrollo económico se asocia generalmente al crecimiento en la industria, la minería, agricultura, pesca, turismo, etc., sin embargo, la globalización y la consiguiente apertura económica han ampliado la tradicional definición del desarrollo: la productividad y competitividad dependen cada vez más de la capacidad de generación conocimiento y procesamiento de la información, la que a su vez depende de la capacidad cultural y tecnológica de las personas, empresas y ciudades y regiones.
Las personas pasan a ser el centro de todos los esfuerzos para alcanzar el desarrollo, y a definirse no sólo como beneficiarios, sino como sujetos sociales. Materias cómo el desarrollo humano; equidad espacial del desarrollo; la revalorización de lo local en un contexto de globalización; o, la presencia de sujetos sociales capaces de incidir en la construcción de sus futuros son indicadores para evaluar el nivel de desarrollo en una sociedad.
En este contexto, el desarrollo sostenido de las naciones y de los territorios no sólo depende de la dimensión económica, sino que implica el mejoramiento progresivo de distintos aspectos de la vida del hombre: (i) la sustentabilidad ambiental o la protección de los ecosistemas en los procesos de producción; (ii) la profundización de la democracia, es decir aumentar los niveles de participación ciudadana en todas las decisiones que concierne al cuerpo social o actores determinados; (iii) y, el desarrollo científico y tecnológico, que constituye una base fundamental para adoptar y adaptar innovaciones técnico- productivas.
Tanto en la economía como en las ciencias sociales, se ha generado una relectura del proceso de desarrollo lo que ha permitido el surgimiento de nuevos paradigmas que aportan una visión más integral, enfatizando la incorporación de la comunidad con el propósito que actúen como sujetos de su propio desarrollo y no como simples receptores de políticas públicas. Se amplía la concepción del desarrollo que lo describe como simple crecimiento económico, caracterizado por el aumento en la producción sin lograr la distribución equitativa de su valor agregado entre la población, incorporando al ser humano y la potenciación de sus capacidades y cualidades, como una herramienta para avanzar en la solución de los problemas sociales y económicos de la población.
En este ámbito destaca el análisis de la dimensión territorial del proceso de desarrollo.
Esta dimensión ha gozado durante mucho tiempo de marginalidad teórica como resultado de la simplificación del proceso de desarrollo, cuyo estudio se había reducido a la empresa o al sector económico considerados en forma abstracta, separados de su entorno territorial. El enfoque del desarrollo económico territorial enfatiza los valores de la identidad, la sociedad y la cultura regional como motores del progreso de un territorio, toda vez que generan un dinamismo cultural y económico que otorga un valor agregado a los proyectos productivos que se realizan en el territorio.
Este enfoque parte de la premisa que el desarrollo local es un proceso social de carácter esencialmente endógeno, bajo el supuesto que en cada territorio existen los factores necesarios para producir este proceso: los recursos naturales, empresas, actores sociales, tecnologías, etc., y, va a depender de cada territorio la capacidad de configurar y potenciar estos elementos para alcanzar el desarrollo territorial. Esta ‘capacidad’ va estar determinada por los actores sociales locales, públicos y privados, en tanto logren utilizar de manera eficiente estos elementos endógenos y aprovechar las oportunidades que ofrece el entorno. Es esencial una base social - redes sociales asociativas entre los actores locales, cultura emprendedora, sentido de pertenencia, solidaridad y cooperación-que permita la construcción de un proyecto de desarrollo territorial consensuado que convoque a toda la comunidad.
Este paradigma considera que el desarrollo es un fenómeno que va ‘desde abajo hacia arriba’, resaltando la importancia de los actores y los liderazgos locales, quienes deben ser capaces de promover espacios de reflexividad entorno a las ventajas productivas y las deficiencia sociales y estructurales de cada territorio. Estos elementos suponen una modernización en la gestión estratégica del desarrollo económico local, pues requiere la vinculación de los distintos actores - a través de la cooperación público- privada y la concertación estratégica- en el proceso de desarrollo, un aumento en la descentralización En Chile, el desarrollo local se enmarca en un modelo de organización del Estado muy centralizado y piramidal, que contrasta con la diversidad económica y cultural del territorio nacional. Esto implica que las autoridades poseen un sesgo centralista en cuanto a las fórmulas aplicadas para alcanzar el desarrollo, lo que acrecienta aún más el proceso de concentración territorial de la población, los actores sociales y políticos en torno a la capital, evidenciando un marcado retraso en la calidad de vida del resto de las regiones con respecto a Santiago.
La descentralización del Estado Chileno no favorece en absoluto el desarrollo regional: es altamente restrictivo desde el punto de vista de toma de decisiones ya que gran parte de los programas sociales vienen determinados por políticas definidas a nivel central; limitado en fuentes de financiamiento de decisión local o regional (ISAR, IRAL y FNDR), y por último, injusto desde la perspectiva regional puesto que realiza una asignación a nivel central de los recursos provenientes de la tributación regional.
Junto con esto, las comunidades regionales presentan un escaso nivel de asociación y organización, producto de un Estado que históricamente tuvo un rol paternalista frente a la sociedad civil, lo que deviene en un cuerpo social que se caracteriza por la ausencia organizaciones políticas y sociales de carácter regional, de un bajo espesor cultural debido a la escasa importancia que ha tenido el factor territorial y cultural en la construcción de la nación.
Este estudio ofrece un análisis del proceso de desarrollo territorial o local desde la perspectiva de los actores sociales, económicos, culturales y políticos de la región, en tanto constituye un fenómeno social determinado por una serie de factores que van más allá del comportamiento económico de un país o un territorio. Esta investigación pretende abordar el proceso de desarrollo territorial en Chile, a partir del análisis de un caso regional específico en el marco del enfoque de desarrollo territorial, considerando la injerencia de la identidad territorial como elemento coadyuvante en desarrollo de un territorio subnacional. De competencias a niveles subnacionales y el avance hacia una democracia más participativa.
En América Latina los procesos de globalización, transnacionalización y apertura externa de las economías han ido mostrando la incapacidad de los sistemas productivos locales para adaptarse a los cambios estructurales que requiere escenario económico internacional, y al mismo tiempo, las políticas de desarrollo territorial han sido poco eficientes frente al desafío de fortalecer a los territorios subnacionales en un mercado internacional de competitividad creciente, en el que los territorios se ven impelidos a participar no sólo como parte de una nación, sino como entidades independientes.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/113368 |
Date | 13 January 2005 |
Creators | Molina Urtubia, Johanna |
Contributors | Puente Lafoy, Patricio de la, Facultad de Ciecnias Sociales, Departamento de Sociología |
Publisher | Universidad de Chile |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
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