Sociólogo / El análisis de los procesos históricos del país puede tomar tantos caminos como historiadores existen. Dentro de la historia escrita, uno de los periodos que ha sido interpretado desde diversos autores, es la formación del Movimiento Obrero y su desarrollo. Situado tradicionalmente a fines del siglo XIX y comienzos del XX, el Movimiento Obrero Chileno representa el primer intento sociopolítico por reivindicar la posición de los trabajadores en la sociedad y alcanzar demandas históricas, relacionadas con las condiciones sociales y económicas de los sectores populares.
La importancia de este movimiento para la historia política del país, ocupó el tiempo de varios investigadores que se dedicaron a medir su influencia. Sin embargo, hasta mediados del siglo XX, la historiografía conservadora dominante, había hecho parecer que este levantamiento popular era el resultado de la pérdida de autoridad de las elites en la conducción del país, más que responder a un proyecto popular de genuina construcción. Sin embargo, desde la década del 50’ en adelante, se revaloriza el rol que asumen los sectores populares en el devenir histórico y con esto, se reinterpreta el Movimiento Obrero como la consolidación del primer proyecto de clase de los obreros del país.
Una de las perspectivas más importantes que asume esta tarea fue la historiografía marxista, que enfatiza en la influencia de los fenómenos estructurales para la historia de los sectores populares. No obstante su gran contribución, al tratar de comprender la formación histórica de la clase obrera, por medio de las estructuras económicas y políticas del país, deja un vacío alrededor de los fenómenos que se explican en función de las relaciones internas de los sujetos y, por lo tanto, posterga el estudio de las clases sociales desde el nivel de la experiencia. El fenómeno político desde esta visión, queda supeditado a las fluctuaciones de procesos que suceden por sobre los individuos.
Avanzado el siglo se reconoce esta deuda teórica: el estudio preocupado por las estructuras sociales cede el paso al interés y al conocimiento de las prácticas culturales y sociales de los actores. La historia se comienza a abordar “desde abajo”, promoviendo el estudio de las acciones diarias, organizaciones y aspiraciones de los protagonistas de los grandes acontecimientos. A través de esta Nueva Historia Social, el sujeto popular se rescata desde la multiplicidad de sus asociaciones horizontales y de su capacidad de construir proyectos alternativos al sistema dominante. Desde este momento, se destaca la importancia de los fenómenos microhistóricos y se discute con las teorías que plantean una relación causal directa entre los comportamientos de los sujetos y los cambios estructurales que vive la sociedad. A pesar de reconocer la interferencia de los factores económicos y políticos que suceden a nivel general, el mundo social y cultural de los individuos se comprende dentro de su propia dinámica. Bajo esta perspectiva, el fenómeno del Movimiento Obrero se puede observar como un proceso activo de formación, un devenir histórico que se suscito dentro, y no fuera, de los actores populares.
Instalada desde una óptica sociohistorica, que funde en una sola propuesta teórica el estudio de un periodo histórico con el análisis fragmentado del proceso de constitución del sujeto popular, la presente investigación avanza sobre la trayectoria política de dos de los protagonistas más importantes del Movimiento Obrero, los artesanos de Santiago y los obreros del salitre, abordando, desde su propia interpretación y experiencia de clase, el proceso de politización que ambos enfrentaron y que dieron vida a este movimiento.
Los primeros, elegidos por representar el inicio de la sociabilidad política dentro del mundo popular y, los segundos, por ser quienes retoman y desarrollan con mayor fuerza el proyecto obrero revolucionario, logran expresar en su conjunto la continuidad del Movimiento Popular y, a su vez, diferenciarlo en dos etapas distintas. Cada uno condujo el movimiento respondiendo a sus propias particularidades históricas y, en ese sentido, es que se transformaron en íconos de dos momentos dentro del proceso formativo del sujeto político popular: los artesanos, representando el periodo mutualista y solidario que caracterizaron los primeros años del movimiento, mientras que los proletarios del salitre protagonizaron la etapa de lucha directa contra el capital, que culminó con las primeras organizaciones sindicalistas del país. A pesar de que existen otros actores que interfirieron en el Movimiento Obrero, como los trabajadores de Valparaíso, Talca, Lota, Coronel y Magallanes, por nombrar algunos, en esta oportunidad solo nos enfocaremos a los artesanos de Santiago y obreros de la zona salitrera, dejando abierta la pregunta sobre la trayectoria particular del resto de los trabajadores del país.
El presente estudio, pretende observar la formación del Movimiento Obrero a través de las vivencias y experiencias de los propios trabajadores, de la propia interpretación y definición que hacen ellos de la lucha política que protagonizaron. Cuando se logra reconstruir un proceso histórico, a partir de la observación de los pensamientos y manifestaciones de los actores y a su vez, se les instala dentro de un contexto social, político, cultural y económico particular, se descubre a la sociedad en su pleno funcionamiento, la evolución de los individuos dentro de ella y el momento de origen de las nuevas ideas.
Solo de esta forma, se puede reconocer el momento en que se pone en marcha el proceso político que convierte a los individuos en sujetos de la trasformación y a su vez, el tiempo en el que podemos hablar de una culminación de este mismo proceso. Así, entendemos que el proceso de politización se inicia cuando cierto grupo de individuos, excluidos de los mismos derechos y posiciones, logra interrumpir el funcionamiento normal del orden y proponer una nueva distribución de los recursos o, dicho de otro modo, una nueva forma de organización económica y social que les permita alcanzar esos derechos y posiciones y que, en los casos más desarrollados, se eleve como un nuevo proyecto de sociedad. Esto no implica que para que sea político, necesariamente el nuevo proyecto que encarnan se deba legitimar en el campo político del sistema o, como diría Gabriel Salazar, se convierta en un discurso de legitimación sistémica y se imponga sobre otros, solo es necesario que se presente como una construcción colectiva de transformación social.
De esta forma, a través de un proceso de formación de identidad colectiva, los individuos que antes definían en forma relativamente individual sus principales problemas, creencias y acciones, ahora se reúnen y reinterpretan colectivamente su realidad, tomando conciencia de que forman parte de un grupo histórico que comparte las mismas necesidades y que, por ende, solo actuando en forma conjunta lograrán su reivindicación. En este contexto, los sujetos toman conciencia de la posición que ocupan en la sociedad en contradicción con la que deberían ocupar, de las principales causas de sus miserias y de la fuerza social que reúnen para revertir su situación.
El proceso de politización, así definido, es de carácter evolutivo y si bien presenta una duración indeterminada, pues siempre está en un continuo estado de cambio, encarna momentos en el que se consolida y se expresa a través de un proyecto político definido y defendido por un grupo que comienza a actuar como clase. En este sentido, cuando este proyecto se manifiesta en forma clara, precisa e inamovible, tanto en los discursos como en las acciones de los sujetos, podemos advertir que el proceso político ha llegado a un punto culmine, independiente de sus transformaciones futuras. Así por ejemplo, cuando los artesanos de Santiago a finales de 1890, representaban sus intereses en torno al Partido Democrático y defendían su proyecto social por medio del sistema político formal, estaban reafirmando una postura que se venía consolidando durante todo el siglo XIX y que culminaba con su baja participación en la huelga general de ese año. Por su parte, a finales de la segunda década del siglo XX, los obreros del salitre reunían las condiciones para consagrarse como genuinos representantes del proyecto revolucionario socialista y, a su vez, presentaban redes organizativas que les permitía desarrollarlo en toda su amplitud. Estos dos hechos, simbolizan uno de los puntos más altos dentro del proceso de politización particular en cada uno y marcan la consumación de una etapa histórica que se venía gestando en el seno de cada sector.
Por otra parte, la complejidad del fenómeno político merece que observemos en qué medida
los elementos de las demás esferas de la sociedad, es decir, lo económico, social y cultural,
intervienen en su desarrollo. Estas dimensiones se interrelacionan y van evolucionando en
forma conjunta, de manera que las diferencias de los procesos de politización entre los
artesanos de Santiago y los obreros del salitre, que finalmente los llevó a defender distintos proyectos políticos, responde a las particularidades de sus condiciones externas, que configuraron entre ellos distintas formas de sociabilidad y dinámicas de relación.
En este sentido, a pesar de que el Movimiento Obrero es uno solo, se constituyó de forma particular en los distintos segmentos del sector popular, por lo que se vuelve fundamental la observación disgregada de los protagonistas, de acuerdo con su participación y contribución a éste. Si en un primer momento -debido a las transformaciones culturales y sociales que acarreó el crecimiento y modernización que experimentan las ciudades del país, principalmente Santiago y Valparaíso- fueron los artesanos quienes asumen el desarrollo de las primeras formas de sociabilidad política, serán los obreros de la zona norte - luego de la implantación del salitre como principal fuente productiva del país, que intensifica la explotación social y económica de los trabajadores - los que logran consolidar el movimiento y direccionarlo hacia un proyecto de clase . Por esto, es posible señalar que aún cuando el movimiento se pueda plantear cómo un proyecto único, donde convergen todos los intereses de los sectores populares, obreros del salitre y artesanos de Santiago tuvieron una trayectoria política particular que merece ser estudiada.
La prensa obrera, como fiel representante del discurso público de los sectores populares, nos permite observar a fondo los pensamientos y principales acciones de los trabajadores. Es con una de las pocas fuentes que se puede observar el despliegue del pensamiento obrero y la evolución que va experimentando. Son numerosos los estudios que explican la evolución política de ambos sectores desde la recopilación cuantitativa de datos empíricos y que operan en el nivel de las acciones concretas de los sujetos, nos referimos específicamente a la frecuencia en sus huelgas y manifestaciones. No obstante, esto solo permite obtener una visión general del movimiento y su transformación. Cuando nos atrevemos a definir la constitución del sujeto político como un fenómeno que está ligado a un proceso complejo, intervenido por variables culturales y sociales; cuando otorgamos la importancia de la construcción colectiva de una identidad, como proceso necesario para el desarrollo político de un grupo; y por último, cuando encontramos una fuente que nos permite distinguir los elementos centrales del comportamiento político, acción y discurso, parece insuficiente seguir observando la frecuencia de manifestaciones, sin ligarlo a los elementos discursivos e identitarios que lo interpelan y que expliquen las estrategias de acción concertadas y el contenido explicativo que las trascienden.
El carácter que asumió cada proceso de politización, ha sido develado entonces por la observación de la prensa en dos periódicos históricos. Primero, en el caso de los artesanos, se revisaron las publicaciones desde 1850, por representar el periodo en donde se empiezan a desarrollar sus primeras manifestaciones políticas autónomas, hasta 1890, año en que se produce la baja de su injerencia en el movimiento político. Segundo, para los obreros del salitre, se analizaron los periódicos publicados entre 1890, en donde se incorporan públicamente en la escena política, visualizado en su participación en la Huelga General, y
1918, por ser el año en que se encuentra consolidado el proyecto obrero socialista y donde ha alcanzado su mayor expresión en organizaciones que reúnen en un solo frente a todos los trabajadores del país.
Finalmente, va a ser la forma que adquieran las acciones colectivas desplegadas por ambos actores en el periodo correspondiente, lo que irá definiendo su proceso de politización y los irá situando dentro de un proyecto colectivo. A nivel de discurso, hemos resuelto que, a grandes rasgos, estas acciones colectivas se expresan por medio de la declaración de sus principales posiciones políticas y económicas, de la definición de sus reivindicaciones y propuestas para solucionarla, de la construcción ideológica de su pensamiento y de las nociones culturales que le dan significado a sus creencias y actos; a nivel de acción, a través del despliegue de estrategias y métodos concretos para alcanzar sus objetivos y de asociaciones sociales y políticas que los reúna física e ideológicamente en un terreno común. Así, estas variables, situadas en cada actor como parte de un único proceso formativo, nos ayudaran a comprender la complejidad de su devenir histórico y el resultado del Movimiento Obrero.
En los últimos tiempos en Chile, podemos encontrar muy pocos trabajos sociológicos que se orienten a explicar procesos históricos. La tendencia de esta disciplina, ha estado ligada a entender los fenómenos del presente a partir de explicaciones y procesos que ocurren en el mismo presente. El trabajo que presentamos hoy, se sitúa al margen de esta tendencia y reivindica la importancia del análisis social del pasado en la comprensión de los problemas actuales. Su principal contribución, es entregar una herramienta conceptual que explique el proceso de politización, a través del estudio de sujetos históricos pasados para abordarlo en toda su extensión, y que pueda ser utilizado para el análisis de este mismo proceso en otros actores e incluso en actores de otros tiempos. En última instancia, el gran aporte de esta investigación es ampliar, a partir de un exhaustivo análisis, los registros que se tienen sobre el pensamiento popular en Chile, de manera de ir conociendo nuestra historia cada vez mejor e ir aprendiendo de ella.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/113403 |
Date | 15 January 2012 |
Creators | Santa María Kraemer, María José |
Contributors | Avendaño, Octavio, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Sociología |
Publisher | Universidad de Chile |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
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