Investigar sobre los riesgos de desastres naturales y sus repercusiones para la resiliencia territorial en la provincia de Manabí constituye un proyecto de importancia para la sociedad local. Además, contribuir a la conceptualización de la resiliencia como una capacidad que permite reducir el impacto de los eventos naturales que generan desastres e interpretar su incidencia en la situación de los territorios, constituye un aporte al conocimiento que permite encarar los retos del desarrollo socioeconómico estratégico y sostenible. La expansión urbana en zonas de riesgos de impactos de desastres naturales plantea una profunda reflexión sobre el desarrollo descontrolado y segmentado, como un problema que pone en entredicho la resiliencia del territorio. Pero además, este fenómeno genera segregación y dificultad la movilidad. Existen evidencias de la escasa resiliencia mostrada por el territorio de la provincia de Manabí para enfrentar eventos naturales que generan desastres. En investigaciones sobre ecología política del desastre se hace alusión al sismo de 7,8 grados ocurrido el 16 de abril de 2016 con epicentro localizado al norte de la provincia de Manabí, que causó 657 víctimas mortales y un conjunto de graves consecuencias para la vida cotidiana de miles de familias. Por otra parte, en un informe de la Organización Panamericana de Salud del año 2000, se señala que el Niño ha generado grandes olas migratorias, donde miles de familias emigran por la destrucción de sus viviendas, la pérdida de cosechas, la falta de espacios laborales o la búsqueda de protección en albergues. Hasta fechas recientes, el empleo del concepto resiliencia quedaba restringido a los trabajos de corte experimental y aludía fundamentalmente a la propiedad que podían tener algunos materiales para resistir determinados esfuerzos, sin perder sus propiedades físicas y su composición química. En el ámbito del ordenamiento territorial existen debilidades que constituyen un potencial de afectaciones para la resiliencia. En América Latina, a pesar de los avances en los aspectos regulatorios, persiste un estancamiento social que se exterioriza en la desintegración y prácticas exclusivistas que perturban la cohesión social y el desarrollo socioeconómico de la región. Además, las estructuras económicas no igualitarias constituyen una causa fundamental de la ruptura del tejido social y de la fragmentación morfológica de la ciudad, para poner en entredicho la resiliencia social. A pesar de los avances logrados en materia de ordenamiento territorial en Ecuador a partir de las políticas trazadas en el Plan del Buen Vivir 2013-2017, permanecen de modo notable situaciones de exclusión social que afectan el estado resiliente de la sociedad ante la ocurrencia de los desastres naturales. El desempleo, el trabajo informal y la pobreza propician las condiciones sociales para un crecimiento económico polarizado. La exclusión y la marginalidad generan sentimientos de inseguridad y miedo, que afectan a la capacidad resiliente del territorio. En la planeación de reducción de desastres en la provincia de Manabí no se ha considerado el desarrollo del modelo de resiliencia territorial multidimensional para centrar la atención en las potencialidades y fortalezas del territorio, enfrentar los eventos naturales que generan desastres y, al propio tiempo, ayudar a los actores de planificación y los agentes facultados para tomar decisiones, en el establecimiento de prioridades adecuadas durante la gestión y control del ciclo de reducción de desastres en el territorio. La investigación propone un modelo centrado en el reforzamiento del enfoque resiliente como parte del proceso de gestión de la reducción de desastres en la provincia de Manabí, a partir de la revalorización de las capacidades del territorio para reducir el impacto y las consecuencias derivadas de los eventos naturales que generan desastres. Se parte de la idea de que, cuando se considera la evaluación y resultados de la capacidad resiliente del territorio, como parte de la gestión de reducción de desastres, se logra una revalorización de la potencialidad territorial para hacer frente a los fenómenos naturales adversos, que constituyen una amenaza para la sociedad, lo que representa un reforzamiento para la gestión y control del ciclo de reducción de desastres. Durante el proceso de investigación se ha realizado trabajo de campo para examinar y tomar evidencias del proceso de planificación, gestión y control de la reducción de desastres en el territorio de la provincia, además de analizar la efectividad de los programas y proyectos previstos para la elevación de la resiliencia territorial. La observación ha permitido una aproximación a la realidad, a partir de la situación que presenta la gestión de reducción de desastres y el trabajo resiliente para el enfrentamiento de los desastres naturales. Todo ello ha servido de apoyo para la identificación del problema científico, el diseño de la hipótesis, el trazado del objetivo general y los objetivos específicos, en interés de aplicar un modelo de resiliencia territorial multidimensional frente a situaciones de desastres naturales. Se ha realizado una revisión bibliográfica profunda encaminada a la consulta de artículos científicos, tesis doctorales, de maestría y de grado, así como otros materiales bibliográficos publicados sobre la gestión resiliente y de desastres naturales a escala territorial. Del mismo modo, se ha realizado la consulta y examen de datos primarios ofrecidos por instituciones públicas y no gubernamentales, que permiten establecer tendencias y justificar la aplicación del modelo de resiliencia territorial multidimensional para situaciones de desastres naturales en la provincia de Manabí. Como instrumento geográfico, se emplean los sistemas de información geográfica, con el propósito de realizar un acercamiento espacial al territorio y lograr el ofrecimiento de aportes de investigación mediante la generación de información espacial derivada sobre las amenazas, las vulnerabilidades, el riesgo y la estimación de la resiliencia territorial multidimensional en la provincia. Se parte de la premisa que, la aplicación del modelo de resiliencia territorial multidimensional como parte de la gestión y control de la reducción de desastres, permitirá la revalorización de las capacidades del territorio para minimizar las consecuencias derivadas del impacto de los eventos naturales que generan desastres, recuperar las actividades del desarrollo socioeconómico y lograr condiciones más seguras para el desempeño de la vida social en el territorio. En consecuencia, la pregunta de investigación científica se formula de la manera siguiente: ¿De qué modo se puede lograr la revalorización de las capacidades resilientes del territorio para reducir el impacto de los desastres naturales y recuperar el desempeño de la vida social en los municipios de la provincia de Manabí? A través del tiempo y especialmente en los últimos años, las zonas costeras ecuatorianas han sido objeto de diversos impactos relacionados con fenómenos naturales, que dejaron cuantiosas pérdidas humanas, económicas y ambientales, con una recurrencia que, en algunos casos, puede ser incluso anual. La ciudad de Portoviejo, capital administrativa y centro urbano más poblado de la región, sufrió recientemente las negativas consecuencias de los movimientos telúricos del 16 de abril de 2016, con un elevado coste en vidas humanas, pero también, con efectos catastróficos que destruyeron una parte significativa de las ciudades, su estructura productiva y funcional. En el contexto posterremoto, la universidad y los centros de investigación se empeñaron en la aportación de resultados investigativos en beneficio de la recuperación económica, social y ambiental de la provincia. En el esfuerzo ha ocupado un lugar importante la formación de profesionales e investigadores, la articulación de programas de vinculación con la sociedad, además de la producción científica centrada en el ofrecimiento de nuevos conocimientos sustentados en recursos interpretativos relacionados con los riesgos de origen natural y la contribución encaminada a la articulación de estrategias de resiliencia en los territorios afectados. Los desastres naturales vinculados con la ocurrencia de tsunami y las mareas de sizigia, constituyen otros de los riesgos que representa una amenaza para la provincia de Manabí y donde las universidades y los centros de investigación vienen realizando aportes útiles para el territorio. Otras investigaciones hacen referencia a los desastres naturales vinculados con las inundaciones y los movimientos en masa, con sus consecuencias para el desempeño socioeconómico y ambiental del territorio. En los últimos años, el concepto de resiliencia ha desbordado su campo tradicional de análisis científico y ha adquirido una nueva dimensión en el ámbito de las ciencias sociales, para tratar de interpretar las capacidades que suelen tener las comunidades humanas, en el momento de enfrentar dificultades adversas, resistir e incluso salir fortalecidas de ellas. El concepto de resiliencia estimula el interés del debate en cuestiones teóricas en el campo científico y en la formulación de novedosas políticas públicas en el ámbito social y político. Todo ello alude a la pertinencia de investigar la eficacia de las políticas públicas, indagar los aportes derivados del término resiliencia en el entendimiento de los riesgos y examinar nuevas formulaciones conceptuales y metodológicas. En este contexto, las ciudades son un tema central de intervención y de investigación. En este escenario, aquellos territorios más expuestos a riesgos y crisis de todo tipo, cobran una especial relevancia dentro de los estudios sobre resiliencia territorial. La zona costera del Ecuador adquiere un interés específico, dadas las condiciones naturales y humanas que, con reiterada frecuencia, han visto comprometida su estabilidad y sus capacidades de desarrollo social, económico y ambiental. El impulso de la Agenda 21 en el umbral del siglo XXI y su enfoque hacia la necesaria planificación y gestión de los asentamientos humanos en las regiones propensas a los desastres puso de relieve, por primera vez, el ineludible vínculo entre la prevención y gestión de los riesgos en las comunidades humanas a partir de un desarrollo local sostenible. Algunos de los elementos que con carácter pionero se introdujeron en la propia Agenda 21, hacían referencia a la realización de investigaciones sobre los riesgos y las vulnerabilidades de los asentamientos humanos y de la infraestructura de las comunidades, incluidos agua, alcantarillado, redes de comunicaciones, transporte, etc. Además, de incidir para la elaboración de modelos encaminados a determinar los riesgos y la vulnerabilidad dentro de determinados asentamientos humanos y propone la elaboración y difusión de información sobre materiales y técnicas de construcción resistentes a los desastres en entornos urbanos, así como la articulación de programas de capacitación para la sociedad frente a las amenazas y riesgos. Más recientemente, el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, publicó la definición del perfil resiliente de las ciudades, para lo que se articuló una red de organizaciones asociadas, instituciones, grupos de expertos, universidades y gobiernos, que tiene por objetivo mejorar el conocimiento sobre resiliencia urbana y poner en práctica estrategias que permitan mejorar el potencial de desarrollo de las ciudades, a través de sus potencialidades resilientes. Dentro de los aspectos más relevantes que se desarrollan como parte del programa de ciudades resilientes, se indica que la resiliencia consiste en la capacidad de cualquier sistema urbano para mantener la continuidad después de los eventos naturales o de catástrofes, al propio tiempo que contribuye positivamente a la adaptación y la transformación de las debilidades en fortalezas de la ciudadanía. La importancia de la resiliencia urbana radica en el hecho de que, en la actualidad, el 50% de la población reside en las ciudades, con previsión de un aumento que puede llegar al 70% para el año 2050, por lo que existe la necesidad impostergable del desarrollo de nuevas herramientas que permitan a los gobiernos locales y a los ciudadanos, el incremento de la capacidad para afrontar los nuevos retos, sobre la base de garantizar la protección de las personas, el desempeño de las actividades económicas y el medio ambiente, así como en el contexto de los pueblos y ciudades. Como parte de los objetivos contemplados en la Guía de Resiliencia Urbana se encuentran: -El diagnóstico de los problemas de fondo asociados con la expansión urbana en zonas de riesgo. -El fomento de la transparencia informativa a escala local. -El trabajo para evitar la construcción social del riesgo. -El incremento del control y ordenamiento territorial encaminado a regular la expansión urbana en zonas de riesgo. -El fomento de la organización y el trabajo interinstitucional para la coordinación en la reducción de riesgos. -El establecimiento de los Institutos Municipales de Planeación, como instancias líderes de proyectos a escala local. Dentro de las metas que plantea el proyecto se encuentran: -La elaboración del perfil de resiliencia urbana. -Priorización de las acciones de resiliencia a partir de las capacidades de la ciudad. -La urgencia y los impactos potenciales que se estiman. -Los aseguramientos para que la toma de decisiones se fundamente a partir de información confiable. -El establecimiento del control sistemático sobre el progreso de la reducción de desastres y la apreciación de nuevas amenazas. La resiliencia para situaciones de desastres naturales es una capacidad que se fomenta, gestiona y se manifiesta vinculada a la singularidad de los territorios, las amenazas, vulnerabilidades y los riesgos de las localidades. De ahí, la importancia del desarrollo de modelos de resiliencia que parten de la visión del territorio y que permiten resignificar las potencialidades territoriales para el enfrentamiento de las adversidades derivadas del impacto de los eventos naturales que generan desastres. En el escenario de riesgo e incertidumbre que presenta la provincia de Manabí, como parte del conjunto del litoral ecuatoriano, la investigación pretende contribuir a la comprensión de la problemática y a la búsqueda de alternativas posibles para la reducción del riesgo de desastres de origen natural, a partir de la resignificación del concepto de resiliencia desde una visión multidimensional del territorio y las capacidades para resistir los efectos destructivos de los eventos naturales, lograr la recuperación en el desempeño de las actividades socioeconómicas, los servicios vitales y crear condiciones más seguras que garanticen la sostenibilidad de la vida y el ambiente. Transcurrido más de un lustro del terremoto del 16 abril de 2016, la provincia de Manabí presenta serios problemas de pobreza multidimensional y estancamiento económico. Según cifras de un estudio realizado por la Fundación Ecuador, siete cantones de la provincia se encuentran entre los diez que presentan los índices de desarrollo humano más bajos del país, lo que pone de manifiesto la precaria situación en la que viven algunas comunidades y el riesgo de exclusión que sufren los habitantes, en particular, de las zonas rurales. En estos términos se expresa un estudio difundido por la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, según el cual, la provincia califica entre las siete más pobres del Ecuador, donde un 87,5% de los hogares poseen características físicas inadecuadas, el 28% de la población carece del abastecimiento de agua por la red pública, el 6,8% no dispone del servicio eléctrico, un 46,4% no poseen los servicios de alcantarillado, el 23% no cuenta con el servicio público de recogida de residuales y un 26,6% no dispone del servicio telefónico. El estudio de las dinámicas territoriales que se operaron antes, durante y después del terremoto de 2016, demuestran la necesidad de incorporar nuevas herramientas que permitan mejorar la seguridad y las condiciones de vida de la población, llamadas a fortalecer las capacidades de resiliencia en la provincia. Desde las políticas de desarrollo se intenta vincular a la sociedad con la generación de fortalezas resilientes que permitan minimizar los impactos de los desastres naturales. Los ejes temáticos del desarrollo en Ecuador plantean la priorización de tres elementos que resultan claves: la capacitación de recursos humanos; la innovación, y; elcuidado y preservación del ambiente. De este modo, el desarrollo de la sociedad no se debe traducir como un conjunto de hechos productivos y de servicios que se gestan de manera aislada a la sociedad, donde esta última figura como un simple cliente consumidor pasivo, sin una relación directa con el destino inmediato de las esferas productivas y los servicios. Por el contrario, el desarrollo debe ser entendido como un plan de acción exhaustivo que habrá de ser adoptado universal, nacional y localmente, por gobiernos y grupos principales de cada zona, donde el ser humano influya en su medio ambiente.
Identifer | oai:union.ndltd.org:ua.es/oai:rua.ua.es:10045/143596 |
Date | 26 April 2024 |
Creators | Villacreses Viteri, Carlos Gustavo |
Contributors | Amat-Montesinos, Xavier, Universidad de Alicante. Departamento de Geografía Humana |
Publisher | Universidad de Alicante |
Source Sets | Universidad de Alicante |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | info:eu-repo/semantics/doctoralThesis |
Rights | Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0, info:eu-repo/semantics/openAccess |
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