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Chile, país de probeta: 40 años de reformas educacionales

Memoria para optar al título de Periodista / En Tocopilla, es difícil romper la tendencia al inmovilismo, a desertar del colegio temprano para dedicarse a las faenas mineras y terminar trabajando, como todos, de operario en el puerto o como pescador artesanal.
Pero Osvaldo siempre tuvo claro que su futuro estaba más allá. No quería ser como su padre, a quien siempre admiró su tesón, pero que trabajaba sólo esporádicamente como mecánico de empresas mineras. Ni como sus compañeros o vecinos del barrio que mataban las horas entre el cibercafé de la esquina o la pichanga en la cancha de tierra. Él era distinto, él quería venirse a la capital y forjarse un futuro alejado del desierto que termina comiendo las ganas y los deseos de luchar. No faltaba el que le decía que tenía sueños de grandeza. Para él, sin embargo, eran sólo los pies en la tierra. La claridad de que así no iba a llegar a ninguna parte. Inconformismo, le llama él. Desde chico, se apasionó con los programas sobre el cuerpo humano que daban en TVN, el único canal abierto que llegaba hasta su pueblo, y supo que su futuro estaba más allá, a kilómetros al sur del desierto donde creció. “Nunca me he conformado con lo que tengo o con las cosas a medio hacer. Siempre quise ser diferente y forjé un plan para lograrlo, soy muy porfiado”, dice. El plan, cuidadosamente diseñado para “llegar a la mejor universidad del país”, como dice, partió con una estrategia para poder superar los 409 puntos promedio que lograban en la PSU sus compañeros de liceo –el Domingo Latrille de Tocopilla-. Así, cuando no le bastaba con la explicación que le daban sus profesores, iba a un cibercafé y allí, en vez de jugar juegos en línea como hacían sus compañeros, se dedicaba a estrujar la Web buscando información para satisfacer todos los vacíos de conocimiento que tenía. Tampoco se amilanó ante los 680 puntos que logró en la prueba de acceso a la universidad la primera vez que la rindió, a fines de 2007. Ante la mirada atónita de su madre, agarró una maleta y partió a buscar mejor suerte en Antofagasta. Sabía que tenía que abandonar Tocopilla, desde donde el camino hacia la capital era muy largo. “Las posibilidades de llegar a Medicina en la U. de Chile desde Tocopilla eran casi nulas. Ni siquiera hay preuniversitario. Así es que agarré mis maletas, sin ni un peso y partí a Antofagasta a buscar un preuniversitario. Encontré uno, donde me hicieron una prueba. Como vieron que tenía potencial, me becaron. Y como tenía pésima base en el colegio, aproveché de tomar todos los ramos”, dice hoy orgulloso desde su pensión en avenida Independencia, desde donde se traslada todos los días a la Facultad de Medicina, a pocas cuadras de allí, donde cursa el primer año. Para costear su estadía en Antofagasta, trabajaba de reponedor en un supermercado y, para aminorar la mala base de educación que traía del colegio, aprovechó de tomar todos los cursos en el preuniversitario. Todavía el camino no es fácil. Pese a que estudia con crédito solidario y tiene todas las becas posibles: la Bicentenario, Presidente de la República y la de alimentación, debe costear la pensión en la que vive. Para ello, trabaja de empaquetador en un supermercado los fines de semana y las tardes, lo que le significa tener que madrugar muchas veces para cumplir con la pesada carga académica que le impone estudiar Medicina.

Identiferoai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/134741
Date09 1900
CreatorsSimonsen, Elizabeth
ContributorsMuñoz, Raúl, Instituto de Comunicación e Imagen
PublisherUniversidad de Chile
Source SetsUniversidad de Chile
LanguageSpanish
Detected LanguageSpanish
TypeTesis
RightsAtribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Chile, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/cl/

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