Seminario para optar al grado de Licenciado en Comunicación Social / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / ¿Cuánto puede haber tras una telenovela?. Una de las principales fuentes de ingresos de los canales de televisión, enganche estratégico para el noticiero central, que a su vez marca la línea editorial de los mismos, y dicta la agenda de los temas de interés para la nación. Siguiendo esta lógica, se podría pensar – más bien se debería pensar – que la telenovela debiera ser un programa que aglutina al mayor número de espectadores posibles, de todos los niveles socioeconómicos, edades y sexo. Sin embargo, es de conocimiento común que las telenovelas son un producto orientado al publico femenino, del cual no es precisamente un orgullo formar parte, puesto que este tipo de producción audiovisual no se caracteriza por reflejar o elevar el nivel intelectual de las personas que las ven, así como tampoco es motivo de entretención para todo el potencial público de la televisión, especialmente el masculino, aunque esta tendencia se este revirtiendo en los últimos años.
De lo anterior se desprenden un sin número de interrogantes tales como: porqué son las teleseries, supuestamente dirigidas a un público femenino, las que preceden el bloque noticioso orientado a los líderes de opinión que son en su gran mayoría hombres, sin perjuicio de que hoy en día, con la variedad de productos que patrocinan los noticieros, se puede pensar que las mujeres también están siendo interpeladas, si no como líderes de opinión, al menos como potenciales consumidoras. También cabe preguntarse, si en definitiva en el horario de las noticias son los hombres los que tienen la prioridad sobre el control remoto, para qué preocuparse en dejar un publico cautivo. Otro tema digno de estudio, es preguntarse hasta qué punto los hombres de hoy se están involucrando con los reiterativos avatares del melodrama, y en qué medida éstos se dirigen también para ellos.
Sin duda el que éstas y tantas otras interrogantes aborden el tema desde puntos de vista varios, como la oferta y la búsqueda de identidad que están ahí presentes, tanto de género como de clase social o país , la lectura que de la telenovela chilena en particular hacen los diferentes públicos, y también, las categorías de análisis e interpretaciones de los contenidos ahí aprehendidos , son fascinantes para los semiólogos y sociólogos estudiosos del tema, y para cualquiera que no haya pasado por alto la pasión que despierta en muchas personas el seguir capítulo a capítulo una historia ya recorrida cien veces.
Sin desmerecer en absoluto la utilidad que todas aquellas conclusiones puedan aportarnos, este estudio se realizó desde una mirada netamente femenina y particular . Es la búsqueda de esa necesidad insatisfecha de la mujer que la ha determinado a consumir la telenovela melodramática desde sus orígenes más primigenios, celebrando las evoluciones que ésta ha tenido, pero siempre atenta a que el conflicto amoroso central esté presente y satisfaga toda una vida de sufrimiento merecidamente pagada con el amor correspondido.
En esa dirección, nos planteamos la siguiente pregunta ¿es la telenovela un “vicio” que se traduce en la necesidad de re-vivir una y otra vez el placer de la conquista?. El volver a sentir a través de la protagonista no solo el sabor del éxito, sabiéndose única, especial y amada, sino también, disfrutar a través del sentido de la audición y de la observación del lenguaje corporal , todo el despliegue masculino de tenues insinuaciones físicas y de sutil verbalidad que ya no volverán a repetirse con igual marco de incertidumbre , misterio y dedicación. El eterno retorno al principio del fin. Así intentamos responder a esa interrogante, y así también , delimitamos la hipótesis que nos guió durante todo el trabajo.
La telenovela es capaz de repetir esa alquimia gracias al soporte comunicacional en que se transmite y al verdadero protagonista que ahí se filma: las emociones a través de las palabras. La cercanía que se experimenta al estar frente al televisor, al tenerla todos los días , y dentro de la propia casa, permite sentir que se es partícipe de la situación allí vivida, decidir cuando queremos estar con él y cuando no. Al conocer con detalle y día a día la vida de la protagonista, se hace posible ponerse en su lugar. Al conocer los secretos sentimientos e intenciones del pretendiente, también se hace posible, desde la posición de receptor, como un otro, situarse en el lugar de la mujer deseada.
La mujer, un ser históricamente impedido de tomar iniciativas y seguir sus impulsos, marginado en los rincones de la casa y excluido del mundo exterior, sólo le ha quedado el deleite de escuchar. A través de este sentido ha conocido el mundo. La mujer está acostumbrada a escuchar ; la mujer sabe escuchar ; a la mujer le fascina escuchar.
Si bien hoy en día la mujer juega un rol activo en la sociedad y sus posibilidades de desarrollo como ser humano han alcanzado en gran medida a las del hombre, aún se conserva en nuestra cultura la costumbre insoslayable del matrimonio tradicional : vínculo legal, duración indefinida, edad mínima indeterminada, fidelidad femenina, convivencia bajo el mismo techo, misma pieza y misma cama, independencia y prioridad masculina y demás. Elementos todos tan potentes, que inclusive la mujer que opta por una simple convivencia cree que debe tener la ilusión de que ésta sea para toda la vida.
Lo que se quiere decir con esto, es que la mujer aún no se ha atrevido - tampoco nuestra moderna sociedad occidental – a pensar y a sentir (vivir) la vida como un continium natural de ciclos que se abren y se cierran, entre ellos el amor. En este último aspecto en cambio, el hombre, si bien no lo acepta abiertamente, ni mucho menos reflexiona al respecto, al menos lo vive clandestinamente una y cuantas veces lo sienta necesario.
No estamos aquí descartando la posibilidad de que de pronto una o la primera relación amorosa sea eterna o duradera porque realmente ambos amantes se sientan realizados, pero como los requerimientos amorosos entre el hombre y la mujer, sabemos, son diferentes, también podemos convenir que históricamente han sido las necesidades de él las válidamente exigibles y objeto de satisfacción para ellas si así lo logran. Es sólo al inicio de la relación (por regla muy general) cuando el macho, al estar socialmente impedido de ir a su ritmo, se da el trabajo de seducir a la hembra por todos los medios posibles, entre ellos, las palabras; luego, ya no es necesario tanto esfuerzo.
Eso es lo que precisamente se pregunta esta investigación: no será acaso que lo que persiguen las féminas al ver una y otra vez historias que tratan de lo mismo , sea cual fuere el motivo inicial que las llevó a seguir una telenovela, sea el estar en presencia de aquel susurro inconfesable (en algunos casos) del que son capaces los hombres con tal de conseguir el ¿amor? de una mujer.
Lo anterior bien podría expresarse en términos más formales, inclinándose hacia el romanticismo, pero sería describir lo mismo. Lo que la mujer buscaría es el eterno retorno al principio del fin, donde acaban todas las teleseries y empieza la vida real, que como dijimos anteriormente, no se vive libremente como si fueran muchas historias una tras otra, sino que es una sola telenovela , cuyo inicio es el fin de las que nos acompañan día a día en el televisor.
Esta investigación consistió en un estudio exploratorio, cuya unidad de análisis fue la opinión que tenían de sí mismas en relación a la sociedad y a las telenovelas, 10 mujeres mayores de 21 años y asiduas a ver telenovelas.
Se estimó que a los 18 años ellas se inician en la vida sexual en nuestro país, y un periodo de tres años es suficiente para pasar de la pasión inicial en la relación de pareja a la mantención de la misma por motivos de otra índole, en donde entran en juego la moral y las presiones sociales.
Para facilitar el camino en la búsqueda del impulso originario, que lleva a las mujeres a seguir hasta el final una y más telenovelas simultáneamente, sin importar ,en último término la calidad , el origen y la temática de las mismas, centramos el estudio en aquellas que ven al menos una telenovela nacional. Con esto se buscó dejar fuera el argumento de que son las producciones tropicales – a excepción de las brasileñas- las únicas cuya carga sentimental despierta en las mujeres , en especial de bajo nivel socioeconómico y educacional, la satisfacción de necesidades como la compañía, entretención, la comprensión de sus preocupaciones , y otros. Y al mismo tiempo, se amplía a las mujeres profesionales, que por problemas de horarios solo tienen acceso a las producciones nacionales, a aquellas que sólo se han motivado a ver una telenovela en virtud de la mayor complejidad de los argumentos actuales y del dinamismo que utilizan en el lenguaje audiovisual.
Por las condiciones en que se desarrolló esta investigación y las características y limitaciones del investigador, la muestra no fue probabilística, sistema generalmente usado en estudios exploratorios y cualitativos de esta naturaleza, y por lo tanto, el universo entrevistado no pretende ser representativo de la población femenina de nuestro país.
La obtención de los datos se realizó a través de entrevistas en profundidad aplicadas todas por el mismo investigador. A través de las mismas y de los objetivos del presente estudio, se establecieron las categorías y análisis de contenidos, para luego finalizar con la interpretación de los antecedentes recaudados.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/138803 |
Date | January 2001 |
Creators | Vallejo Barón, Sandra |
Contributors | Santa Cruz Achurra, Eduardo Luis Mario, Instituto de Comunicación e Imagen |
Publisher | Universidad de Chile |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
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