Memoria para optar al título de Periodista / Las redes sociales han significado una revolución no sólo en el ámbito de las comunicaciones, sino también en el desarrollo de la sociedad civil.
Desde la primera década del siglo XXI, esto se ha vuelto especialmente evidente, al conseguir que las redes sociales se conviertan no sólo en un punto de encuentro de los usuarios, sino también en un canal de información directo y ciudadano (terremoto 27/F), en un medio para intercambiar opiniones, crear y participar en discusiones ciudadanas y convocar a eventos de alcance social (marchas, debates, etc.) e, incluso, en movimientos que traspasan el ámbito de la virtualidad para impulsar cambios en la sociedad (Egipto, Siria).
Tener a una gran parte del mundo conectado, con acceso a diferentes fuentes y niveles de información en todo momento y lugar del planeta ha dado lugar para que se cree una verdadera sociedad que va más allá de la famosa sociedad de la información. Sin embargo, esta sociedad virtual es “sólo” una contraparte de la sociedad, porque si no existe un correlato en el mundo “real”, las discusiones, protestas e información de la red no son más influyentes que una conversación de sobremesa.
Hemos apreciado este “correlato virtuoso” entre mundo real y virtual en distintos eventos influidos por organizaciones y movimientos de la sociedad civil.
“En todos los procesos electorales, desde la célebre campaña presidencial de Barack Obama de 2008, en todas las grandes protestas sociales, desde las manifestaciones contra la cumbre del G20 en Londres, de 2009, y en la sucesión de vertiginosas revoluciones que han tenido lugar desde 2010, las redes sociales han operado como un sistemas sináptico que ha facilitado y propulsado la organización espontánea de los participantes y la difusión internacional de las acciones”1.
Las nuevas tecnologías de información y comunicación “ayudarán a la gente a coordinar acciones entre ellos a lo largo del mundo y, probablemente, y más importante, con gente cercana geográficamente. Los grupos de gente que utilicen estas herramientas obtendrán nuevos medios de poder social, nuevas formas de organizar sus interacciones e intercambios en el momento justo y en el lugar correcto”2. Es decir, las redes sociales, la tecnología de punta en el área de las comunicaciones, están generando redes de comunicación y apoyo que antes no existían.
Con más 800 millones de cuentas de Facebook3, más de 100 millones de cuentas activas de Twitter en el mundo4 y una penetración de Internet de un 42,6% en Latinoamérica5, es innegable la importancia que tienen las redes sociales en la sociedad actual: un número creciente de personas tiene cuenta de Twitter y Facebook, se informa, opina e influye en la sociedad a través de estas herramientas.
En Chile también hemos sido testigos de movimientos que, surgidos al alero de las redes sociales, se han materializado en el “mundo real”. Casos como el de las termoeléctricas Barrancones (que tuvo que cambiar de ubicación en 2010) y Cruz Grande, en Punta de Choros (que también fue forzada a cambiar de ubicación en 2011, luego de una gran campaña ciudadana), así como el masivo rechazo al proyecto HidroAysén (especialmente en 2011) dan cuenta de ello y son ejemplos que nos muestran cómo la sociedad es capaz de organizarse a partir de objetivos transversales para exigir algo que consideran necesario o justo.
Pero las redes sociales no sólo son vehículo para canalizar manifestaciones espontáneas, sino que también para organizaciones de la sociedad civil que buscan convocar a la ciudadanía a partir de un tema de interés social.
Organizaciones como Patagonia sin Represas o Educación 2020 tratan de influir en las políticas públicas a través de lo que se conoce como “ciberactivismo”, aunque con ciertos matices. Mientras la primera tiene una meta muy clara al corto plazo (impedir la construcción de la central hidroeléctrica HidroAysén), la segunda tiene objetivos mucho más diversos de corto, mediano y largo plazo.
Educación 2020 es una agrupación que nace de la inquietud y la molestia de un académico de la Universidad de Chile por la mala calidad y vergonzosa desigualdad del sistema educativo chileno. Al poco tiempo, alumnos de la misma universidad y de la Universidad Católica de Chile se unieron, formando un colectivo que en 5 años ha logrado reunir a más de 83 mil adherentes y que ya cuenta con importantes logros impulsando políticas públicas que permitan mejorar la calidad de la educación.
El ejemplo de Educación 2020 es sumamente importante, ya que parte fundamental de su funcionamiento se debe a las redes sociales: la mayoría de los más de 83 mil adherentes se ha unido sumado a la organización vía Internet (sólo se ha hecho una gran campaña
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de recolección de firmas en las estaciones de Metro), sus principales noticias y opiniones las comunica por esa vía, y tiene una fuerte presencia en la red a través de su sitio web, así como en sus cuentas de Facebook y Twitter.
El objetivo de este trabajo de investigación es descubrir cómo opera Educación 2020 a través de las redes sociales para informar, movilizar, interactuar y, finalmente, influir en las políticas públicas para lograr el cambio en la educación chilena que ellos buscan. Asimismo, se buscará definir estrategias para potenciar movimientos sociales a través de las redes sociales.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/132610 |
Date | January 2014 |
Creators | Aravena Guerrero, Myriam |
Contributors | Peña Miranda, Patricia Angélica, Instituto de Comunicación e Imagen |
Publisher | Universidad de Chile |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
Rights | Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Chile, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/cl/ |
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