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El concepto de movimiento popular : revisión de la historiografía (1950-2013) y una proposición conceptual

Díaz González, Francisco January 2013 (has links)
Informe de Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia / Esta tesis estudia la evolución que el uso del concepto de movimiento popular experimentó en el seno de la historiografía nacional desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.Pretende, por tanto, explicar la ‘tendencia’ mediante la cual se le transformó y/o reemplazó por el uso del concepto de movimientos sociales, los cuales, tanto uno como otro, se han utilizado como significantes para referir a las modalidades en que el Pueblo o bien la Sociedad Civil –según se sostenga– se ha movilizado a lo largo de la historia republicana de Chile para la consecución de sus demandas e intereses. No se trata, por tanto, sólo de una historia semasiológica del concepto de movimiento popular, sino más bien de una historia ideológica de la historiografía chilena de izquierda en base a la evolución de este concepto. La revisión de su evolución sirve de índice para revisar la evolución de los fundamentos teóricos y políticos con los cuales esta historiografía desarrolló su labor desde aproximadamente 1950 hasta la actualidad. Se partirá con la llamada historiografía marxista clásica, luego se continuará con la reactivación productiva historiográfica desde 1980 –luego del golpe de Estado de 1973–, y se finalizará con sus formulaciones más actuales. Indirectamente, esta revisión operará también como criterio para dar cuenta y comprender la evolución ideológica de la izquierda protagonista y, por tanto, de su praxis como articuladora de los “sectores populares” durante el mismo periodo de estudio.
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La construcción de la identidad nacional desde el discurso de género en la historiografía conservadora chilena

Armijo Garrido, Lorena 09 January 2005 (has links)
Socióloga / La configuración de la identidad surge de la experiencia del hombre en sociedad, de su relación con el entorno. El sujeto se va haciendo a través de la interacción con otros en las relaciones sociales que entabla. De esta manera la identidad se construye como algo concreto y particular, en la cual el grupo para a ser constitutivo de la identidad. En esta construcción identitaria siempre el sujeto busca el reconocimiento de sí mismo en los otros, los que considera iguales a él y con quienes conforma un ‘nosotros’. Así, la identidad siempre remite a la búsqueda de la referencia de uno mismo en el entorno, siendo un proceso socialmente construido en el cual la presencia del otro es fundamental. Pero también el sujeto busca el reconocimiento de sí mismo en un colectivo mayor, en un grupo social que lo defina a él y a su grupo, dentro de las experiencias que se derivan del compartir la cotidianeidad de la convivencia. Un eje sustantivo en la articulación de la identidad colectiva es la producción social de sentido. Se es miembro de un grupo en la medida en que el sentido de ese grupo se hace propio para sus integrantes. La constitución de una identidad colectiva se sustenta en bases simbólicas que mantienen y reflejan un conjunto de normas sociales comunes dentro del grupo. De este modo, la identidad colectiva es un conjunto de normas sociales y también una comunidad de símbolos. La sensación de pertenencia a un grupo está fuertemente influida por la participación en conjuntos de significaciones sociales o imaginarios que van creando y recreando la producción de sentido. Lo anterior facilita la aprehensión de la realidad como algo dado y ordenado, con sentido, como un orden de objetos que han sido designados como tales antes de su propia acción, que se imponen por sí solos. En este ordenamiento la actitud natural que prevalece es aquella de la conciencia del sentido común, puesto que refiere a un mundo que es común a todo un grupo social. Pero la identidad colectiva no sólo es del orden de la comunidad de símbolos. Es también lo que el mismo término de ‘identidad colectiva’ remite: una forma plural de ser “el mismo”. Significa que una serie de individuos son un mismo sujeto. En efecto, también en la vida social prevalecen varios y diferentes formaciones colectivas de ‘el mismo’ que constituyen identidades colectivas singulares que se distinguen entre sí. La distinción más elemental para la formación de la identidad colectiva es aquella que se establece entre un ‘yo’ respecto a un ‘otro’, que conduce a la forma plural dentro del colectivo a la distinción entre un ‘nosotros’ y un ‘ellos. Para que la distinción ‘nosotros’/‘ellos’ opere en la vida cotidiana es necesario mecanismos o formas de concreción que sean permanentes en el tiempo. Estas modalidades de concreción son útiles cuando esa distinción (nosotros/ellos) es percibida por el colectivo como natural e inmanente, es decir, cuando esta distinción se naturaliza se produce un desplazamiento simbólico de lo contingente (que puede ser de uno u otro modo) a la necesario (lo que sólo puede ser del modo que es). La construcción de la idea de nación es un buen ejemplo de esta distinción. La nación es una referencia de simetría simbólica entre los connacionales, pues todos conforman un nosotros, esta simetría simbólica no implica necesariamente una simetría material. En efecto, la nación, en términos generales, articula al ‘nosotros colectivo’. Y ese ‘nosotros’ constituye una relación de identidad en la medida que se torna regla de semejanza, a la vez que es un criterio para demarcar la diferencia con ‘los otros’. Al respecto, la idea de nación es una fuente de asimetría simbólica en la que unos (nacionales) construyen su identidad en oposición a otros (extranjeros). Pero también en la emergencia de la noción nacional se cruza la definición de lo femenino y lo masculino que cada cultura tenga, aportando a aquélla significaciones, contenidos y prácticas que van delineando y particularizando a cada comunidad política. Como en toda formación identitaria, la identificación es un factor crucial en el proceso de la construcción del género puesto que, en general, los hombres se identifican con los otros hombres y las mujeres con las mujeres. A partir de lo cual se construyen las identidades masculinas y femeninas de unos y otras como dos culturas y dos tipos de vivencias simétricas simbólicas cuando hacemos referencias a un ‘nosotros’ (masculino o femenino) y asimétricas simbólicas cuando se refieren a su opuesto. Como en cualquier construcción de identidad, la de género se configura no sólo como percepción de los sujetos acerca de su mundo, sino que también, como productos de diversas formas de acción o práctica, que se construyen dentro de estructuras, instituciones, marcos normativos y organizaciones de la vida social, política, económica. Es aquí donde los sujetos pueden aprehender las significaciones e imaginarios sobre el género como algo normal y evidente para sí. Ambos ejemplos de identidad colectiva, suponen un medio que posibilita la interacción mediada por símbolos, lo que permite la reproducción de la sociedad y la transmisión de determinadas imágenes de mundos. Este medio denominado ‘mito’es considerado como un interpretador del mundo, pues se ha conformado para objetivar o explicitar la distinción entre ‘nosotros’ y ‘ellos’. Su función ha sido el mantener y afianzar los sentimientos internos de solidaridad como también aumentar la diferenciación o asimetría simbólica con los otros, o sea, con ellos. En general, los mitos se construyen a partir eventos históricos que han llegado a ser importantes para el grupo. Entre estos eventos, uno nuclear es el acto heroico de un miembro de la comunidad que ha llegado a considerarse como un hito para los miembros de una comunidad, quienes, a través de la conmemoración de este evento, solidifican sus lazos como connacionales, explican la construcción genérica de su sociedad y generan imágenes de mundo que integran a la nación o a las nociones del género en unidades discursivas totalizantes. Estos actos heroicos han sido rememorados y difundidos históricamente a través de diversas modalidades de expresión: el arte, la literatura, la historiografía, etc. Y precisamente ésta última es nuestro objeto de estudio porque la historiografía aparece como una disciplina particularmente atractiva para apreciar las formas simbólico-políticas de la construcción de la nación y para instalar en la sociedad un modelo pautado de comportamiento de hombres y mujeres. En efecto, la historiografía chilena de corte conservador puede ser considerada un objeto de investigación sumamente relevante. Es indudable que ella es parte de dinámicas de construcción simbólica de la nación, pues está fuertemente vinculada a la constitución de la institucionalidad chilena y sus representaciones a través de la educación. En este sentido, en ella se configura una clara interpretación solidaria de la historia, partiendo de la base de una inmanencia de la nación, así como también se construye valoraciones, cogniciones y percepciones del ser hombre y mujer que pueden desprenderse directamente del discurso acerca de lo nacional. Sin embargo, de aquí emergen numerosas problemáticas. Esta investigación, obviamente, pretende concentrarse en aspectos acotados y precisos. Por ello, se ha considerado relevante la observación de una construcción simbólica paradigmática en lo que a construcción simbólica de la nación se refiere. Se trata del imaginario del héroe, elaboración mítica fundamental en las interpretaciones de la historia que pretende resaltar la importancia de la nación, así como releer el discurso de la nación desde el género. En particular, esta investigación se centrará en construir la idea de nación desde la figura del héroe nacional, para luego revisar la idea de identidad nacional desde el discurso de género. La idea es resaltar las definiciones de adquieren las categorías de lo femenino y lo masculino en el discurso historiográfico y que son representadas mediante las figuras del héroe nacional, las mujeres que allí aparecen, la divinidad, la tierra natal, entre otros. Se trata, finalmente, de captar los imaginarios y concepciones que se desprenden de las imágenes de hombres y mujeres que hay en nuestra sociedad, la posesión de atributos que definen la virilidad y feminidad, y la realización de prácticas, conductas y comportamientos que son conceptualizados y aceptados y considerados legítimos como masculinos y femeninos por la sociedad. Es decir, reconstruir la idea de nación desde el discurso de la conformación de la identidad genérica consensuada y normada que se expresa en la construcción simbólica que crea la historiografía. En este punto es donde se pretende instalar la argumentación (y el problema) de este estudio. Se pretende señalar que la construcción interpretativa de la figura del héroe opera normativamente sobre ciertas conductas y comportamientos, constituyéndose en la expresión de una emoción (convertida en imagen) del deber ser masculino y femenino, siendo ‘estabilizadores de carácter nacional’ (Hernán Godoy en Hernán Vidal, 1989: 203). Es decir, la imagen del héroe se construye en deuda y sustentándose en la virilidad en particular y la masculinidad en general, mientras que las figuras femeninas se diseñan discursivamente como su complemento. Y este es un punto a tematizar en este estudio, aunque no es el único. En particular, resulta relevante insertarse en la historiografía para conocer cómo el carácter del heroísmo ‘invade’ simbólicamente la construcción de la nación, es decir, cómo a partir de la mediatización del héroe, nación y género se relacionan. Con todo, resulta relevante plantear el problema en términos más concretos. La significación de la nación como una comunidad con atributos no sólo compartidos, sino además con un contenido valorado, con una clara búsqueda de un destino asumido como común, suele ser una elaboración naturalizada, asimilada a razas, lenguajes y otras características consideras socialmente como ‘sustantivas’, propias e identitarias. Por esto es importante explorar una vía de trabajo en la que la significación de la nación, de su historia y destino, pueda permitir desentrañar contenidos particularizantes, centrados en significaciones de ciertos miembros de la comunidad y en particular de aquellos que se relacionan más directamente con el problema de la violencia y la actividad guerrera, como son los hombres, quienes ostentan en su virilidad la atribución de la violencia como un valor, y como a partir de dicha figura se entretejen las percepciones y valoraciones de lo femenino en nuestra sociedad. Surge entonces el problema de los sentidos y prácticas masculinas y femeninas en la construcción de significados de la nación. Pero este problema podría ser tratado desde perspectivas más teóricas o con relación a ciertos casos. Y si bien el trabajo teórico aparece como sumamente viable a primera vista (el problema de la violencia y su relación con la masculinidad y feminidad y el Estado aparecen como relaciones seductoras), en este estudio se ha planteado el problema en el caso chileno. Y para ello se ha concentrado la atención en la significación que se hace en la historia, pues a través de ella se construye sentido social del destino de la comunidad. Y ello se hace muy claramente a partir de productos culturales con utilidad formativa y educacional. En este marco es donde la historiografía tiene relevancia. Y como núcleo del estudio nos ha parecido atractivo seguir una pista: la temática del héroe, donde se avizoran evidentes posibilidades para la integración analítica de la cuestión de la nación desde la dimensión de género. Y resulta que la temática del héroe ha sido principalmente estudiada (como imagen enaltecida) en la historiografía conservadora, que por lo demás ha sido en Chile la ‘historia oficial’ de los programas educacionales.
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Santiago, radiografía de una ciudad: crónica de un viaje por la capital de Chile

Alcaíno Monsalves, Camila January 2012 (has links)
Memoria para optar al título de Periodista / Autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / La presente Memoria de Título se desarrolla teniendo a la base la hipótesis: en la ciudad de Santiago de Chile no existiría un sentido de pertenencia, en tanto, ésta privilegiaría espacios para transitar y no para habitar. Entendiendo el habitar no como el mero hecho de residir en un lugar, sino como sinónimo de construir una sociedad en armonía con su entorno. De esta forma, un lugar de paso, como una calle, también puede ser habitada porque allí radica la unión con lugares de encuentro cívico como plazas, parques, espacios públicos. Las ciudades han sido el hábitat creado por el ser humano, por lo que habitamos porque construimos y hacemos propio el espacio, en tanto habitamos. Una ciudad no es sólo un territorio habitado por más de 5 mil habitantes sino que “es un espacio en donde encontrar trabajo, vivir, formar una familia, labrarse un destino. También es el desafío comunitario de crear una empresa social donde unos y otros logren sobrevivir, educarse, acceder a la salud, a una calidad de vida mínima.” La labor que plantea el proyecto puede parecer a simple vista la de un antropólogo, sin embargo, el periodista tiene una labor social por excelencia y ésta es la de ser mediador entre la información (contenido) y la ciudadanía. “Como los antropólogos y los sociólogos, los reporteros literarios consideran que comprender la cultura es un fin” y que por tanto hay que acercar dicha comprensión a toda la población. En este sentido, gracias al periodismo literario y la figura del periodista polifuncional, se intenta conseguir lo que considero es la tarea incumplida del periodismo chileno contemporáneo, al menos ése que es observable en los medios de comunicación tradicionales, es decir, acercar información valiosa a las personas, en tanto les es útil y puede incidir en su vida, en este caso en su percepción del Gran Santiago.
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Configuraciones de lo colonial chileno: la narrativa de Justo Abel Rosales

Eltit Concha, Bernardita January 2009 (has links)
El presente trabajo titulado Configuraciones de lo colonial chileno: La narrativa de Justo Abel Rosales, emerge a partir de diversas inquietudes relacionadas con la construcción simbólica de nuestra identidad nacional. Existen, a mi modo de ver, una serie de peguntas aún no resueltas consistentemente respecto de cómo y a través de qué estrategias, soportes y contenidos se han ido fijando estas narrativas de lo nacional. Ad portas de las celebraciones del Bicentenario me parece pertinente insistir en esta problemática enfatizando más que en los relatos que hegemonizaron esta construcción, en los que fueron marginados de ella, es decir, en las propuestas de construcción del imaginario nacional que no pervivieron, por lo menos, en los discursos oficiales y académicos. El autor al que me dedicaré a lo largo de esta Tesis, y su obra, forman parte de las propuestas intelectuales que, a finales del siglo XIX, es decir, en el contexto del Centenario Nacional, no se erigieron hegemónicamente, es más, no sólo no formaron parte de la ideología dominante, sino que fueron sepultadas y cayeron en el olvido. En este sentido mi trabajo tiene como primer objetivo dar a conocer la propuesta de Justo Abel Rosales, aunque su mirada no se haya constituido en versión oficial de nuestra historia cultural. Los textos que estudiaré, tres crónicas de la ciudad de Santiago y dos novelas históricas, dan cuenta de una producción narrativa que, en general, se resiste a ser clasificada según las categorías y conceptos tradicionales de la literatura y la historiografía. Esta desadecuación se relaciona en primer lugar con la necesidad de entenderlas como producciones híbridas que contienen características de diversas disciplinas. En este sentido, pretendo construir una mirada que no las reduzca a lo que se sabe o se ha fijado como lo que se supone que fueron este tipo de producciones en la época señalada. Mi mirada pretende construir una lectura desde las obras mismas y no forzar interpretaciones a partir de conceptos, géneros o categorías previamente consideradas que en realidad no dan cuenta del fenómeno textual analizado.
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Características sociodemográficas y estructura del hogar en dos ciudades de mediados del siglo XIX: Concepción y Talcahuano

Pérez Eyzaguirre, Juan Ignacio January 2012 (has links)
Tesis para optar al grado de Magíster en Historia / Los hogares pertenecientes a los sectores populares de los centros urbanos sufrieron con mayor fuerza las dificultades que implicaba la vida urbana, debido a los problemas de acceso a la vivienda, las restricciones del mercado laboral y la falta de acceso a servicios públicos. Por ello, las estrategias de corresidencia que se desarrollaron en estos sectores fueron muy diferentes a las de la élite de mercaderes, terratenientes y altos funcionarios. En qué medida estas restricciones afectaron la estructura de los hogares urbanos según sector social, lugar de origen y características del jefe de hogar, así como cuáles fueron las características distintivas que adoptaron éstos en relación a los del mundo rural, es materia de análisis en esta tesis.
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Discursos normativos de la sexualidad en la articulación y representación de las mujeres en la historiografía chilena: 1980-2000

Barrientos Alvarado, Francisca January 2013 (has links)
Tesis para optar al grado de Magíster en Historia / Esta tesis busca la creación de una mirada crítica sobre los elementos que marcaron las narrativas historiográficas ligadas al rescate de la memoria de las mujeres, desarrollada en Chile entre los años 1980 y 2000, entendiendo que en ellos se perfilan componentes que - contrario a lo que estas narrativas se habían propuesto en el origen- contribuyeron a la naturalización de los sujetos y al refuerzo de aquellos discursos jerarquizantes, normalizadores, excluyentes y sexistas que esta forma de entender la historia había venido a denunciar. Podemos afirmar que la historiografía chilena desarrollada en Chile entre los años 1980 y 2000, fracasó en su intento de articular una mirada crítica en torno al género y las sexualidades: observamos que las narrativas articuladas desde ésta historiografía reinscribió a la mujer como espacio cerrado y único, arrancando de esta su dimensión simbólica y su carácter discursivo, con el fin de observar sólo lo biológico como espacio constitutivo de lo femenino, la mujer y las mujeres. Así, contra a todo pronóstico, rescatar y narrar la historia de las mujeres se transformó en un ejercicio de re-naturalización y actualización de las categorías sexo y género, contribuyendo a refundar los discursos de carácter binario que establecen una relación de continuidad entre las estructuras identitarias, las construcciones de género y las sexualidades. Hoy se vuelve urgente pensar en torno a la re-elaboración de las estructuras narrativas que sostienen a la escritura del género centrada en el rescate de la memoria y la experiencia de las mujeres. Es fundamental crear una nueva mirada que que se articule ya no a partir de la evocación de la naturaleza como espacio de anclaje de la cultura, sino que surja desde las profundidades de la crítica a los sentidos de lo común. Hace falta examinar aquello que hemos aprehendido como cierto, conjugando códigos postidentitarios, disidencias y desconfianzas, es decir, ha llegado el tiempo de elaborar nuevos postulados que se muestren abiertos a entender que ya no es posible fundar un sujeto de estudio sólo a partir de la ilusión de lo biológico. Al parecer ha llegado el tiempo de “apropiarse del lenguaje y enunciar nuestras disconformidades. No basta [ya] con rebelarse para que nos digan mujeres malas, es necesario renunciar al hecho mismo de ser mujer”

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