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Poesía operativa, cuestión técnica y retórica : interpretación de Mutatis mutandis de Jorge E. EielsonRamírez Chacpi, Percy Efraín 10 April 2013 (has links)
Según Hugo Friedrich en su clásico libro La estructura de la lírica moderna, la poesía
adquiere el nivel de modernidad, desde la obra de Baudelaire, cuando deja de ser expresión
subjetiva del poeta, cuando en ella se quiebra la relación mecánica entre lenguaje y
realidad, en pos de la metáfora y símbolo, y cuando “se une el genio poético con la
inteligencia crítica” (1974: 48). De tal manera, se han marcado las distancias frente a las
poéticas imperantes en el siglo XIX: el Romanticismo y el realismo; sin embargo, esta
superación decimonónica que triunfó con las vanguardias, en las primeras décadas del siglo
XX, ¿continúa marcando las pautas de la creación de posguerra? El asunto no es definir de
algún modo una poética específica, como lo fue el simbolismo, capaz de subvertir el orden
anterior, pues el panorama tecnológico-cultural y los denominados centros de irradiación
cultural-intelectual, definitivamente, se han expandido y complejizado.
Un caso para el que poco cuenta una poética específica, lo tenemos a en autor peruano sin
ismo, radicado en Europa desde fines de los años cuarenta hasta su desaparición física el 8
de marzo de 2006, Jorge Eduardo Eielson. Un artista que fue testigo de la última fase de la
profusión de experimentos vanguardistas, como lo fue el influyente surrealismo y su
“automatismo psíquico”. Eielson es un artista que ejemplifica bien a aquellos no
replegados hacia poéticas nostálgicas clásicas ni mantenedores de rebeliones adánicas que
desembocaron en callejones sin salida que ejemplifican frases como “el arte ha muerto”
y alucinaciones futuristas fascistas. Mientras tanto, custodiando el espíritu de innovación
constante que manifestaron las vanguardias, Eielson demuestra un control no racionalista
sobre el verso y la elocuente estructura poética -donde solo en apariencia suelta el control
del texto, carácter propio del budismo zen-, todo muy bien aprendido de la tradición.
Eielson, en sus primeros textos de poesía como Reinos (1945), Bacanal (1946) y Primera
muerte de María (1949), realizó un brillante homenaje a sus paradigmas poéticos -las obras
de Rilke, Rimbaud, entre otras- para luego enrumbarse hacia incesantes búsquedas o
insatisfacciones que trascendieron lo literario. / Tesis
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Poesía operativa, cuestión técnica y retórica : interpretación de Mutatis mutandis de Jorge E. EielsonRamírez Chacpi, Percy Efraín 10 April 2013 (has links)
Según Hugo Friedrich en su clásico libro La estructura de la lírica moderna, la poesía
adquiere el nivel de modernidad, desde la obra de Baudelaire, cuando deja de ser expresión
subjetiva del poeta, cuando en ella se quiebra la relación mecánica entre lenguaje y
realidad, en pos de la metáfora y símbolo, y cuando “se une el genio poético con la
inteligencia crítica” (1974: 48). De tal manera, se han marcado las distancias frente a las
poéticas imperantes en el siglo XIX: el Romanticismo y el realismo; sin embargo, esta
superación decimonónica que triunfó con las vanguardias, en las primeras décadas del siglo
XX, ¿continúa marcando las pautas de la creación de posguerra? El asunto no es definir de
algún modo una poética específica, como lo fue el simbolismo, capaz de subvertir el orden
anterior, pues el panorama tecnológico-cultural y los denominados centros de irradiación
cultural-intelectual, definitivamente, se han expandido y complejizado.
Un caso para el que poco cuenta una poética específica, lo tenemos a en autor peruano sin
ismo, radicado en Europa desde fines de los años cuarenta hasta su desaparición física el 8
de marzo de 2006, Jorge Eduardo Eielson. Un artista que fue testigo de la última fase de la
profusión de experimentos vanguardistas, como lo fue el influyente surrealismo y su
“automatismo psíquico”. Eielson es un artista que ejemplifica bien a aquellos no
replegados hacia poéticas nostálgicas clásicas ni mantenedores de rebeliones adánicas que
desembocaron en callejones sin salida que ejemplifican frases como “el arte ha muerto”
y alucinaciones futuristas fascistas. Mientras tanto, custodiando el espíritu de innovación
constante que manifestaron las vanguardias, Eielson demuestra un control no racionalista
sobre el verso y la elocuente estructura poética -donde solo en apariencia suelta el control
del texto, carácter propio del budismo zen-, todo muy bien aprendido de la tradición.
Eielson, en sus primeros textos de poesía como Reinos (1945), Bacanal (1946) y Primera
muerte de María (1949), realizó un brillante homenaje a sus paradigmas poéticos -las obras
de Rilke, Rimbaud, entre otras- para luego enrumbarse hacia incesantes búsquedas o
insatisfacciones que trascendieron lo literario. / Tesis
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Un lugar para ningún objeto: emplazamientos subterráneos y utopías de papel en la práctica artística de Jorge Eduardo EielsonVera Cubas, Rodrigo 21 July 2021 (has links)
Entre 1966 y 1969, J.E Eielson lleva a cabo el que quizá sea el proyecto más enigmático de toda
su trayectoria. Lo llama indistintamente Esculturas subterráneas o Esculturas para leer. El
proyecto consiste en una serie de piezas de imposible realización programadas para ser
enterradas en distintas ciudades del mundo que Eielson visitó a lo largo de su vida y que, por
diferentes motivos, fueron significativas para él. La presente investigación busca subsanar la
escasa atención que este trabajo ha recibido de parte de la crítica literaria y/o artística, lo cual es
sintomático tanto del espacio intersticial en el que se ubica a nivel disciplinar, como de las
dificultades que supone historizar un trabajo diseñado para la no-visibilidad como este.
Acudiendo a la categoría de no objetualismo postulada por Juan Acha a mediados de los años
70, esta tesis enfatiza el ángulo utópico y político de esta no-visibilidad y se pregunta por el lugar
en donde la utopía inscribe su huella material, posibilitando su historización. La hipótesis
planteada es que ese lugar para ningún objeto lo ocupa el papel en la obra de Eielson, un soporte
que se exhibe en dos frentes: en cuanto materia configurada que acumula señales sobre su
superficie y en cuanto a las formas de existencia social de dicha configuración. El énfasis en esta
materialidad conduce, por un lado, a releer un conjunto de trabajos, desde la década del 50 hasta
la segunda mitad del 70, en donde el papel adquiere una dimensión plástica, escultórica o
performática que excede el campo de la lectura. Por otro lado, nos lleva a abordar su relación
con algunas vertientes del arte conceptual hegemónico (europeo y estadounidense) que Eielson
conoció de cerca debido a su inserción en la vanguardia internacional de aquella época, y con el
no-objetualismo local a través de una serie de obras proyectuales de artistas como Teresa Burga,
Rafael Hastings y Emilio Rodríguez Larraín.
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