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Teatro para el Centenario de la Independencia (1921 y 1924): conflictos entre el gobierno leguiísta y el negocio teatral en LimaCcasani Condo, Miguel Ángel January 2019 (has links)
Aborda las relaciones entre la actividad teatral y el gobierno de Leguía expuesto en las fiestas que conmemoraron el centenario de la independencia peruana. Estas celebraciones fueron ocasiones importantes que revelaron la situación del espectáculo teatral, el apoyo artístico a través del Estado, el interés de la representación y el desarrollo de la Patria Nueva. El ámbito de estudio se circunscribe a Lima. Lima suele ser el centro de atención para abordar las capacidades del teatro como negocio y como aparato de interés colectivo. En El teatro en Lima y la construcción de la nación republicana: Lima, 1790-1850 de Mónica Rickets, enfocado en las compañías teatrales desde el virreinato hasta los inicios de la república y en su uso para la exposición de ideas locales. Su aporte más importante es el seguimiento de la construcción de héroes a través de la representación teatral para instalarse en la memoria colectiva y desarrollar una identidad nacional. Sin embargo existen trabajos historiográficos resaltantes sobre el teatro en provincias, por ejemplo los dos tomos de El teatro quechua en el Cuzco de César Itier y Vida musical cotidiana en Arequipa durante el Oncenio de Leguía (1919 - 1930) de Zoila Vega Salvatierra. / Tesis
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El teatro costumbrista republicano del Perú como afirmación del proyecto de NaciónIsola de Lavalle, Alberto 25 April 2012 (has links)
Al inicio de la República, el teatro que heredamos del período virreinal
no auguraba gran cosa. El monopolio aplicado por España a todos los
productos que consumíamos como colonia también había tocado al arte
dramático. Las piezas representadas en el Coliseo de Lima, la sala
teatral más importante de la Lima de los siglos XVII y XVIII,
pertenecían al repertorio peninsular, en su mayoría. Y, para los
dramaturgos peruleros (así como para sus colegas en el resto del
continente), la consigna era mimetizarse con sus colegas españoles, a
nivel de temas, de lenguaje, de ambientación. Esto como condición
fundamental para ser representados aquí y, con suerte, en los
escenarios íberos. Baste pensar en obras maestras como “AMAR SU
PROPIA MUERTE” de Juan Espinosa y Medrano, en el Perú, o “LOS
EMPEÑOS DE UNA CASA” de Sor Juana Inés de la Cruz, en México.
O incluso la única obra maestra que tiene nuestro teatro del siglo
XVIII, “LA RODOGUNA” de Pedro Peralta y Barrionuevo.
La única excepción a esta regla estaba en el teatro menor, en el de
entremeses y bailes, que permitía un retrato de nuestro entorno bastante
cercano a la realidad contemporánea, en contraposición a las
ambientaciones madrileñas o exóticas (a la manera de Calderón de la
Barca) del teatro mayor. Nos acostumbramos desde la Colonia a
mirarnos en presente sólo a través del humor, de la sátira, de aquello
que más tarde constituiría el credo del Costumbrismo, la primera
literatura nacional de los países que emergieron del yugo virreinal. / Tesis
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El teatro costumbrista republicano del Perú como afirmación del proyecto de NaciónIsola de Lavalle, Alberto 25 April 2012 (has links)
Al inicio de la República, el teatro que heredamos del período virreinal
no auguraba gran cosa. El monopolio aplicado por España a todos los
productos que consumíamos como colonia también había tocado al arte
dramático. Las piezas representadas en el Coliseo de Lima, la sala
teatral más importante de la Lima de los siglos XVII y XVIII,
pertenecían al repertorio peninsular, en su mayoría. Y, para los
dramaturgos peruleros (así como para sus colegas en el resto del
continente), la consigna era mimetizarse con sus colegas españoles, a
nivel de temas, de lenguaje, de ambientación. Esto como condición
fundamental para ser representados aquí y, con suerte, en los
escenarios íberos. Baste pensar en obras maestras como “AMAR SU
PROPIA MUERTE” de Juan Espinosa y Medrano, en el Perú, o “LOS
EMPEÑOS DE UNA CASA” de Sor Juana Inés de la Cruz, en México.
O incluso la única obra maestra que tiene nuestro teatro del siglo
XVIII, “LA RODOGUNA” de Pedro Peralta y Barrionuevo.
La única excepción a esta regla estaba en el teatro menor, en el de
entremeses y bailes, que permitía un retrato de nuestro entorno bastante
cercano a la realidad contemporánea, en contraposición a las
ambientaciones madrileñas o exóticas (a la manera de Calderón de la
Barca) del teatro mayor. Nos acostumbramos desde la Colonia a
mirarnos en presente sólo a través del humor, de la sátira, de aquello
que más tarde constituiría el credo del Costumbrismo, la primera
literatura nacional de los países que emergieron del yugo virreinal.
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