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La despedida del angelito: la venta de canal 13 a Andronico Luksic

Cádiz Poso, Pablo Antonio January 2014 (has links)
Memoria para optar al título de Periodista / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / “¡¡No se va, no se va, el Nico no se va…!!”. Entre gritos y aplausos comenzaron a cantar un grupo de funcionarios de Canal 13 cuando el recién renunciado presidente del directorio de la estación, Nicolás Eyzaguirre, subió al escenario del centro de eventos Puente Verde, en Quilicura, para encabezar la ceremonia de premiación a trabajadores destacados, realizada la noche del 23 de agosto de 2013. Canal 13 celebraba 54 años desde su primera transmisión, realizada de manera experimental el 21 de agosto de 1959. Sin embargo, el ambiente no era festivo, sino más bien de incertidumbre, tensión. Para muchos, había molestia. Un día antes de la fiesta se había dado a conocer la renuncia de Eyzaguirre, quien alcanzó a liderar la estación durante casi un año. El entonces ex ministro dejaba su cargo tras una soterrada disputa con el resto de los miembros de la instancia, motivada por diferencias sobre el tratamiento editorial de los contenidos de prensa (en particular, del programa de investigación “Contacto”) y las rutinas del personaje Yerko Puchento, figura del programa estelar de entretención “Vértigo”, interpretado por el actor Daniel Alcaíno. Ambos espacios habían enfrentado sendas polémicas en los meses previos a la renuncia de Eyzaguirre. En el caso de “Contacto”, un reportaje sobre eventuales conflictos de interés en la Cámara de Diputados había enfurecido a los partidos políticos de los legisladores involucrados, y motivado el envío de una carta por parte de la corporación en la que acusaban que el programa había realizado denuncias sin prueba. Otro de los reportajes -sobre la calidad de alimentos como el pan de molde, el yogurt y el aceite de cocina3- generó duras réplicas de las marcas involucradas y el inicio de acciones legales por parte de la empresa de lácteos Danone y del supermercado Jumbo, en defensa de su cuestionado aceite de oliva. Ambas firmas acusaban a “Contacto” de haber desconocido la información que les proporcionaron para refutar los resultados de su investigación y defender la calidad de sus productos. En el caso de Yerko Puchento, el personaje enfrentaba reclamos por haber simulado fumar marihuana en pantalla, por calificar a la ciudad de Calama como “un pueblo de mierda”, entre otras situaciones derivadas de la total libertad con que el personaje salía al escenario de “Vértigo”. En el fondo, en el directorio temían que –a partir de estos dos casos- la estación estuviera fomentando una visión anti empresarial y contribuyendo al cuestionamiento de la institucionalidad vigente y de la clase política. Según publicó revista Qué Pasa4, la sesión del directorio del día 26 de julio fue particularmente tensa. La versión del medio es que los directores pidieron sacar de pantalla a “Contacto” y al humorista, al menos, hasta contar con resguardos editoriales que -a juicio de ellos- no se estaban dando. Eyzaguirre habría rechazado con fuerza la propuesta, argumentando que velar por los contenidos del canal era su labor y no la de los directores. Incluso habría amenazado con dejar su cargo. La discusión duró más de siete horas y terminó con la petición de un voto de confianza: Eyzaguirre mantendría la libertad sobre los contenidos, a cambio de dejar su cargo ante el primer incumplimiento a la línea editorial del canal, que se basa en los preceptos de imparcialidad, responsabilidad e independencia. Poco menos de un mes después de esa polémica sesión de directorio, Nicolás Eyzaguirre
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El canal de la Chile: historia y desarrollo de la corporación de televisión de la Universidad de Chile entre los años 1960-1993

Liencura Melillán, Jaime Rodrigo, Thiers Huerta, Raúl Nicolás January 2012 (has links)
Memoria para optar al título de periodista / Los minutos corrían y los académicos de la Universidad de Chile, miembros del Consejo Universitario de esta casa de estudios, también lo hacían. Todos querían llegar a tiempo a la sesión extraordinaria que celebraría el organismo directivo en la Casa Central ese jueves 18 de marzo de 1993. Todos, en principio, debían estar allí, pues la reunión sería resolutiva. El problema que se discutiría tenía calidad de urgente, de ahí el carácter de extraordinario de la sesión. Muchos de los académicos adivinaban ya cuáles serían las alternativas que entregaría el rector Jaime Lavados a la mesa de discusión, era importante analizar las ventajas y desventajas de las posibles soluciones que presentarían ese día. Sin embargo, nadie preveía cuáles serían las consecuencias de lo que allí se acordaría. Pese a la importancia que tenía la reunión en avenida Libertador Bernardo O‟Higgins 1058, en Inés Matte Urrejola 0825, en los pasillos de Canal 11, el ánimo era el de siempre. A esas alturas, en marzo de 1993, tanto empleados como televidentes de Red de Televisión Universitaria Sociedad Anónima se habían acostumbrado a denominar a la transmisora por las siglas RTU, sin el S.A, y eso que ni siquiera habían pasado dos años desde el último cambio de nombre que había vivido la estación. Por esos días, en 1993, RTU S.A. llegaba al 67,5% de la población chilena y su señal, en la práctica, cubría desde Santiago hasta Concepción. En el norte transmitía a través de estaciones autónomas, administradas por otras instituciones. Así, en Arica y Antofagasta las ondas se emitían a través de Telenorte, y en La Serena, por Canal 8 de Televisión. Lo mismo ocurría en el centro sur de Chile, donde la señal en Chillán llegaba por el Instituto Profesional de esa localidad, mientras que en Valdivia se hacía lo mismo gracias a la Universidad Austral. En 1993, RTU S.A. era el único canal de Santiago sin cobertura nacional y, a pesar de que tenía derechos legales para cubrir con su señal desde Arica a Magallanes, embarcarse en un desafío así requería una enorme inversión, dinero que, por cierto, escaseaba en la Universidad de Chile. Por eso, antes de que la reunión comenzara en la Casa Central, el rector Lavados se aseguró de contar con todos los documentos más relevantes para exponer con claridad sus argumentos. Tenía, por ejemplo, dos estudios financieros realizados en 1992 por las consultoras Langton Clarke e Ingenieros Consultores Bakovic y Balic, donde se tasaban los activos de explotación de la señal. Tenía también un prebalance económico del canal, un par de ofertas de compra y otras tres alternativas. De esta manera cuando el Consejo Universitario entró en sesión, ya estaba todo listo para las intervenciones y discusiones. Como esas que se dan entre cuatro paredes y a puertas cerradas, pues –vale decirlo- dicho Consejo, además, tuvo la calidad de privado. Los programas más característicos de Canal 11 eran los misceláneos. En esos años, RTU capturaba al público de la mañana con un matinal, pues los otros canales no iniciaban sus transmisiones sino hasta las 9 ó 10 a.m. Era el momento en que gozaban de un alto número de televidentes, pues casi desde su nacimiento hasta esa fecha, la estación universitaria jamás contó con buenos índices de sintonía. Esto, sumado a las deudas millonarias que arrastraba la emisora desde años anteriores, derivó en que los problemas económicos llegaran a niveles muy profundos a comienzos de la década del 90 y que adquirieran el carácter crítico hacia fines de 1992. Entretanto, en la Casa Central, el rector había comenzado su discurso echando mano al estudio de las consultoras que aseguraban que el activo fijo físico, más los valores de la frecuencia y de la marca, alcanzaban un monto cercano a los 11.840 millones de dólares. Una cifra gigantesca, considerando que el tipo de cambio de la divisa norteamericana se ubicaba cerca de los 400 pesos chilenos en 1993. Las malas noticias vinieron después, cuando Lavados tuvo que exponer el prebalance de RTU S.A. Con documentos en mano, demostró que el canal había presentado durante el período 1992 una pérdida que bordeaba los 55 millones de pesos y, con esto, la merma acumulada desde mediados de los ochenta se empinaba por sobre los 2.160.000 millones de la misma moneda. Pero había más. Un problema que no se analizó en ese Consejo –aunque se conocía de antemano- era la obligación legal de alcanzar el ciento por ciento de cobertura nacional de la señal televisiva. La ley 19.131, promulgada el 8 de abril de 1992 (y que en estricto rigor era una modificación a la ley Nº 18.838, el último estatuto legal sobre televisión, aprobada a fines de los 80), obligaba a todos los canales de televisión a utilizar sus derechos de concesión antes de dos años desde su promulgación, pues si las estaciones no ejercían este derecho hasta esa fecha, se les caducaría la concesión. En ese escenario, RTU S.A. debía usar las frecuencias que tenía antes de abril de 1994 para no perder ni la señal en las localidades donde aún no ejercía su derecho ni los activos que le significaban esas concesiones. Lograr lo que exigía la ley tenía un costo aproximado de 3.500 millones de dólares. De eso, en el consejo, solo hubo menciones. Los números desalentaron a los asistentes, pues pese a los esfuerzos que se habían hecho durante casi dos años para solucionar los problemas económicos del canal, nada había resultado. En un Consejo Universitario celebrado a mediados de 1991, se acordó realizar una acción que se creía podría mejorar económicamente a la estación: se decidió convertir a Canal 11, o Universidad de Chile Televisión, en una sociedad anónima cerrada. Para ello, esta casa de estudios y la Editorial Universitaria S.A. – también de propiedad de la universidad- constituyeron la sociedad denominada “Red de Televisión Universitaria S.A.”, acción que no tuvo los resultados esperados. En la práctica, esta acción sirvió solo para cambiar el nombre desde Universidad de Chile Televisión a RTU S.A. Por eso, cuando comenzaron las conversaciones y debates en el Consejo Universitario después de que estos datos fueron entregados, el rector presentó tres alternativas para solucionar el problema La primera era continuar con el ciento por ciento de la participación en las acciones. Esto implicaba que tanto la Universidad como la Editorial Universitaria debían asumir los costos que les significaba seguir administrando Canal 11. A esto había que agregar la inversión urgente en dineros que debían hacer para poner en marcha el derecho de transmisión nacional que tenía RTU, según exigía la ley 19.131. La segunda alternativa era aceptar la oferta que el Grupo Editorial Zeta S.A. de España hacía a la universidad. La organización ibérica quería adjudicarse el 49% de las acciones a un precio de 5.150 millones de dólares. Los números eran interesantes, pero había que escuchar la siguiente solución. Con las cartas sobre la mesa, el Consejo Universitario resolvió por unanimidad “permitir la participación de terceros en la administración de Canal 11”. Era el primer paso con que la Universidad de Chile se desprendía de su relación con el canal. Eso sí, el Consejo exigía tres condiciones: conservar el 51% del capital social de RTU S.A. para la Universidad de Chile, asegurar la imagen institucional del plantel y resguardar la estabilidad del personal que trabajaba en Canal 11. Después de extensos análisis hechos por los miembros del Consejo Universitario, se se acordó, como consta en el acta de la sesión extraordinaria del 18 de marzo de 1993, “por la unanimidad de los presentes aceptar la oferta de la Corporación Venezolana de Televisión, encomendando al señor rector llevar a término el afinamiento de detalles de la negociación”. Por consiguiente, el mandamás de la casa de estudios debía moverse rápido para concretar lo antes posible la venta del usufructo de la señal. Entretanto, en Inés Matte Urrejola 0825, en los pasillos de RTU, la programación seguía tal cual estaba planeada para un día jueves como aquél, uno con 25 grados Celsius y como cualquier otro día de marzo de 1993.
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Representación de género en series de ficción nacionales de máxima audiencia: Los 80, Los Archivos del Cardenal y El Reemplazante

Rio Coppolla, Nicole del, Díaz Galvez, Lucía Paula, Mujica Gómez, Alejandra Colette 16 January 2015 (has links)
Memoria para optar al título de periodista / El proyecto de investigación “Representación de género en series de ficción nacionales de máxima audiencia: Los 80, Los Archivos del Cardenal y El Reemplazante” tiene como objetivo principal identificar y valorar las configuraciones de género que se presentan y se transmiten a través de las series de ficción nacionales que se emiten en la televisión chilena. Nuestro propósito es visibilizar estas representaciones de género, con el fin de dar cuenta de aquello que se está transmitiendo en las series nacionales. La metodología de esta investigación fue cualitativa. Primero realizamos un visionado de la primera temporada de la serie Los 80, Los Archivos del Cardenal y El Reemplazante para luego empezar a examinar y conocer el contenido de las producciones nacionales. A continuación, desarrollamos una ficha de análisis por cada serie que incluía la medición de la visibilidad masculina y femenina, a partir del número de personajes que eran hombres y mujeres, y la cantidad de apariciones que tenían en cada capítulo. Identificamos la posición estructural que se le atribuía a cada personaje, según su rol tradicional o no tradicional de género, nivel de estudios y poder económico, dependencia o independencia emocional, y los lugares públicos, privados, domésticos o extradomésticos que acostumbraban a utilizar. Además, se evaluaron las características físicas y psicológicas, a partir de su vestimenta, rasgos, tipo de comportamiento, preocupaciones, conflictos y aficiones. Así como también quisimos rescatar el papel educativo y pedagógico de las series, en relación a los acontecimientos históricos y las problemáticas sociales que se representaron. De esta manera, analizamos la morfología de los personajes, su disposición e importancia en el relato, como también los retratos y memorias de la realidad que tenían lugar en las series. Posteriormente se hizo una revisión y análisis de las apariciones en prensa de cada ficción en los periódicos La Tercera (impresa y digital), La Segunda (impresa y digital), El Mostrador (digital) y El Dínamo (digital), debido a la presencia pública que tienen, al público que apuntan y a su valoración en el imaginario colectivo. Además en archivos e informes de instituciones vinculadas a lo audiovisual como el Consejo Nacional de Televisión (CNTV), Observatorio Iberoamericano de ficción televisiva (Obitel), Observatorio de Medios Fucatel; datos de rating de Time Ibope, bibliografía referente de género y la representación de éste en la televisión. Todo el contenido estudiado se respaldó con entrevistas realizadas a los miembros del equipo de cada ficción: creadores, dirección, guionistas, productor ejecutivo, productora externa y actores. Este punto fue el más complejo de desarrollar, ya que las entrevistas dependían del tiempo y colaboración de los participantes de cada serie, que en algunos casos fue negativa; en otros tantos, expedita; y con otros miembros del equipo, pospuesta en varias oportunidades. Sin embargo, con la ayuda y profesionalismo de todos ellos pudimos elaborar esta memoria. Pese a que la televisión lleva más de 50 años emitiendo variada programación a la sociedad chilena, es en esta última década donde el consumo de las series ficcionales ha aumentado considerablemente en los canales chilenos. Por ello, la decisión de centrarnos en la ficción, responde a la función educadora, real y verosímil de cada serie, lo que visibiliza la importancia de la orientación y configuración que pueden ejercer estos productos en sus espectadores. A partir de todo este trabajo, pudimos observar que los estereotipos no son, con exactitud, una fiel imagen de la realidad, pero sí pueden reflejar los roles que los grupos desempeñan en la sociedad. Y es en esta última apreciación donde las series de ficción tienen un rol trascendental en la representación de género, ya que actúan como un molde conductual y objeto de conocimiento histórico. El éxito conseguido por estas producciones analizadas se enmarca en la configuración de la identidad individual, social e histórica. La producción de Canal 13, presentó Los 80 (2008), primera producción nacional que recrea la vida de las familias chilenas de clase media, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet; por su parte el canal estatal, TVN, exhibía la primera temporada de Los Archivos del Cardenal (2011), reconstituyendo historias del trabajo de la Vicaría de la Solidaridad en dictadura y un año más tarde estrenó El Reemplazante (2012), serie que basa su trama en un deficiente modelo educacional, objeto de las demandas sociales de los últimos años en el país. La temática abordada, los relatos construidos y la verdad de los personajes, generaron una identificación de la sociedad que favoreció el debate público en la ciudadanía. Es por esto que a través de nuestra memoria quisimos identificar, analizar y valorar la representación del género masculino y femenino en estas producciones nacionales, creadas y emitidas, en distintos periodos de la historia nacional. Son estas series, que en su intento por representar situaciones y personajes fidedignos a la realidad histórica y contemporánea de Chile, cuidan inconscientemente ser reflejo de algún estereotipo de género en la sociedad. Por tanto, las producciones nacionales de ficción deberían promover la igualdad y derribar los estereotipos en relación al hombre y la mujer, independiente de la trama de la serie.

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