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El abandono de las víctimas de talidomida en ChileBurgos Bravo, Valentina 03 1900 (has links)
Memoria para optar al título de Periodista / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / El 28 de octubre en la mañana sonó el teléfono de César Rodríguez. Como todos los días, se encontraba en su oficina en Senadis (Servicio Nacional de Discapacidad), donde trabajaba en la sección de atención a público. Al mirar el celular, notó que la llamada correspondía a su amiga y compañera de ideales, María Isabel Cantillana (49). Era común que ambos conversaran durante la semana, sobre todo el último tiempo que Isabel había sido diagnósticada con un agresivo cáncer a la médula ósea.
Una voz masculina y sombría respondió desde el otro lado y un escalofrío recorrió la espalda de César al intuír el motivo de aquella llamada. Se trataba de un pariente de Isabel, comunicando el fallecimiento de su amiga el día anterior. Se demoró mucho en reaccionar. Ni siquiera el bullicio de la calle Miraflores fue capaz de traerlo a la realidad.
Una serie de imágenes cruzaron su mente: marchas, asados y reuniones con el resto de la organización que ambos integran. Tanto César como María Isabel forman parte de Vitachi (Víctimas de Talidomida en Chile), organización que desde el 2009 busca la reparación por parte del Estado por el daño cometido al permitir el ingreso y la posterior comercialización del medicamento Talidomida en el mercado. Dicho remedio, al ser ingerido por madres durante el primer trimestre del embarazo, daba como resultado el nacimiento de niños con extremidades inferiores y superiores más cortas de lo normal.
Ambos se conocieron en esa cruzada, así como el resto de los treinta y nueve integrantes que conforman la organización. María Isabel siempre fue de las más entusiastas, organizando marchas y reuniones que no bajaran los ánimos pese a las constantes negativas que desde el 2009 reciben por parte del Estado chileno.
“María Isabel murió sin poder tener justicia. Lo más chocante para todos, incluso para ella, fue que su enfermedad fue tratada con Talidomida, la misma que provocó la ausencia de unos de sus brazos. Así de fuerte… y ella falleció, esperando por años que el Estado se hiciera cargo”, cuenta César.
La Talidomida ha sido uno de los medicamentos más controversiales de la historia. De origen alemán, la Talidomida fue creada en las dependencias de Chemie Grunenthal, importante cadena farmaceutica que hasta el día de hoy opera en todo el mundo. Fue producto al desastre que provocó a nivel global que fue creada la farmacovigilancia, concepto que promueve la seguridad de los medicamentos que son vendidos a la población. Además, se trata del primer medicamento en la historía que entregó indemnizaciones millonarias a sus víctimas por los daños físicos y sicológicos que dejó durante los años cincuenta y sesenta. En Europa, continente que congrega la mayor cantidad de víctimas, se crearon instituciones al servicio de las madres y de los niños afectados.
Pese a ser uno de los países que comercializó el medicamento desde 1961, Chile se encuentra fuera de los conteos internacionales. Esa misma razón impide que se reconozca a las víctimas y que puedan participar de los beneficios de instituciones internacionales. El mismo Estado desconoce la existencia hasta la fecha de víctimas, pese a las evidencias que organizaciones como Vitachi han presentado en múltiples oportunidades a las autoridades de salud, en donde queda en evidencia la comercialización del fármaco que fue entregado en hospitales y centros médicos a lo largo del país.
En la actualidad, Vitachi tiene en sus registros 38 víctimas, de las cuales, el 90% de ellas supera los 50 años. La mayor parte de los integrantes de la organización han tenido que costear prótesis, enfermeras y médicos para tratar dolencias asociadas a la discapacidad.
Trámites, comisiones y reuniones. Compromisos de autoridades y vuelta a la negociación. Así como María Isabel, muchas de ellas quizás se marchen sin respuesta y sin justicia, esperando por parte del Estado una restauración que les permita vivir una vida con dignidad y tranquilidad.
Una respuesta que lleva más de seis años esperando ser resulta. Una justicia que tres gobiernos no han podido resolver.
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