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Reconfigurando el mapa: propuestas y protestas del movimiento estudiantil segundario

Memoria para obtener el título de Periodista / Los sistemas económicos y políticos se relacionan con todos los otros ámbitos de la vida. De esta forma, no solamente se mercantilizan derechos básicos como la salud y la educación, sino incluso la ley de la oferta y la demanda pueden llegar a dar directrices en nuestras propias relaciones sociales, y el autoritarismo se cuela hasta en la cotidianidad de las salas de clases. Por ello, frente al lento desarrollo de los grandes cambios, es posible y necesario apostar, paralelamente, por otro tipo de transformaciones más sutiles que no acaparan portadas de diarios ni son anunciadas con grandilocuencia. Precisamente, las historias que se relatarán a continuación nos sugieren que no es preciso esperar. Los brotes de la nueva sociedad que podría algún día recibir educación gratuita, están surgiendo hoy, desde la propia vida cotidiana.

Varios son los textos y documentos audiovisuales dedicados a la narración y análisis de lo ocurrido a partir de 2011, en torno a las movilizaciones estudiantiles. Sin embargo, más allá de lo ineludible del recuento histórico, es importante también conocer las aristas más subterráneas del asunto, deteniéndose en los procesos más bien subjetivos y en términos menos tangibles. Porque aunque no contemos decenas de miles en una marcha ni veamos sillas obstruyendo los accesos de liceos, es significativo dar cuenta de que existen otras luchas, más pequeñas pero no por eso menos importantes, que se pueden estar llevando a cabo. Se trata de una tarea de largo aliento comenzar a preguntarse: ¿cómo los estudiantes están siendo capaces de traducir los grandes discursos, en lo construido en su cotidianidad, y en la relación con sus pares?

En este contexto, es interesante indagar en las particularidades de las protestas y propuestas de los estudiantes secundarios, a partir de las movilizaciones de 2011. Puesto que pese a su corta edad, no se trató de un juego o simple capricho, como algunos tratan de caracterizar a su actuar colectivo. Tal como afirmó María Jesús Sanhueza, una de las voceras de lo que se conoció el 2006 como la “Revolución Pingüina”, “el mundo que quiero mañana es el que estoy construyendo hoy”.

En palabras de Jacques Rancière, no se trata “solamente seres de necesidad, de queja o de grito, sino seres de razón y discurso que pueden oponer razón a las razones y esgrimir su acción como una demostración” . Una demostración que nos quiere señalar que lo planteado por ellos no es irrealizable ni extemporáneo.

Entre los antecedentes de este fenómeno, es inevitable referirse a lo sucedido el año 2006. Tomando en cuenta los planteamientos de ese periodo, se puede considerar que las propuestas más radicales de ese entonces, se fueron instalando a partir de 2011 como consenso general dentro del movimiento. Así, asuntos como la gratuidad de la educación y la importancia de salir a la calle, dejaron de ser lineamientos propios de los sectores señalados, por algunos dirigentes de la “Revolución Pingüina”, como “inorgánicos” o “ultras”.

Un ejemplo de lo anterior lo podemos encontrar en el llamado a no marchar, durante el paro del 30 de mayo de aquel año. “La idea es que no salgan a la calle, porque queremos evitar incidentes que puedan ensuciar el movimiento” , solicitaba César Valenzuela, uno de los voceros más mediáticos de ese entonces. Mientras Karina Delfino, también representante de los “pingüinos”, advertía: “Cada colegio resuelve el carácter, puede ser cultural o de reflexión, pero en ningún caso una marcha” . Un escenario muy distinto al de 2011 y 2012, donde los secundarios se caracterizaron por su numerosa presencia en marchas, varias de las cuales fueron convocadas sin autorización de la Intendencia Metropolitana, requisito necesario para poder manifestarse en nuestro país.

¿Educación gratuita? La que se ha convertido en una de las principales demandas actuales, no era más que una descabellada idea el 2006. Para Valenzuela, los “‘pingüinos asistémicos’ creen que la educación debe ser gratis, porque somos todos iguales. Pero, hoy el contexto muestra que eso no es así. Si tú das la PSU gratuita no es el empresario el que se perjudica, sino que el más pobre, porque en vez de poner plata para la prueba, le puedes dar dinero para un hospital” .

La postura del entonces dirigente pingüino encuentra eco en la propia presidenta de la República de ese entonces. El 1 de junio Michelle Bachelet, al referirse a la gratuidad del pase escolar, afirmó que costaría 166 mil millones de pesos. “Eso equivale a 33 mil nuevas viviendas sociales o a atender 230 mil niños más en salas cuna. Es mucho dinero” , anunció la mandataria. Lejos estaban los cálculos sobre cuántos millones de dólares se necesitaban para cubrir la educación superior en Chile, y las discusiones sobre la forma de entregar dicha gratuidad por medio de una reforma tributaria.

Identiferoai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/132765
Date January 2013
CreatorsEscárate Ite, Daniela
ContributorsDomínguez Saul, María Eugenia, Instituto de Comunicación e Imagen
PublisherUniversidad de Chile
Source SetsUniversidad de Chile
LanguageSpanish
Detected LanguageSpanish
TypeTesis
RightsAtribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Chile, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/cl/

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