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Llegamos para quedarnos: crónica de la revuelta estudiantilFigueroa Cerda, Francisco January 2013 (has links)
Memoria para Optar al Título de Periodista / Autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / Este texto es el trozo de una historia tal como la viví. Es un relato de la revuelta estudiantil de 2011, ese conjunto de movilizaciones sociales por la educación que, encabezadas por los estudiantes -en especial universitarios a través de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech)-, remecieron a un país completo, encantando a su sociedad y aturdiendo a su clase dirigente. Pero también pretende ofrecer algunas claves interpretativas sobre las condicionantes sociales y políticas que contribuyeron a su gestación, así como una mirada sobre los desafíos que la situación actual le plantea a las fuerzas y aspiraciones que la hicieron posible.
Se refiere principalmente a lo que ocurrió en Santiago, escenario de las movilizaciones más grandes y hechos políticos más significativos. Pero el lector debe tener en cuenta que lo que sucedió en la capital ocurrió también, con intensidades distintas y en intervalos más o menos largos, en todo Chile. Lo escribo habiendo sido parte del movimiento, no mero espectador, como vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y militante del colectivo estudiantil Izquierda Autónoma. Intervine y lo analizo a posteriori, por lo tanto, desde un punto de vista comprometido, no neutral.
A ratos crónica, a ratos ensayo, el texto relata la gestación, el desarrollo y el desenlace del proceso, sus altos y bajos, no siempre considerados o derechamente desvirtuados en el relato construido por los medios de comunicación. Cuento hechos de los que fui parte, testigo directo o conozco de fuente segura, pero también algunas consideraciones más subjetivas. En otros momentos se proponen lecturas para entender la relación entre las variables sociales, políticas y educacionales que le dieron forma a la revuelta, articulando aproximaciones propias con análisis de terceros más entendidos.
Un buen número de preguntas se puede hacer quien lea estas páginas. ¿Cómo fue que en un país tan fracturado socialmente, presentado por sus autoridades al mundo como modelo de gobernabilidad y progreso, se produjo una revuelta de tan amplia aceptación social y tan profundo impacto político? ¿Acaso Chile no había alcanzado sorprendentes
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estándares de reducción de la pobreza y acceso a los bienes y servicios de la modernidad? ¿No era que, de acuerdo a los discursos políticos y los papers de los expertos, Chile avanzaba sin contratiempos al edén del desarrollo primer-mundista, de la mano de un pujante neoliberalismo?
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Reconfigurando el mapa: propuestas y protestas del movimiento estudiantil segundarioEscárate Ite, Daniela January 2013 (has links)
Memoria para obtener el título de Periodista / Los sistemas económicos y políticos se relacionan con todos los otros ámbitos de la vida. De esta forma, no solamente se mercantilizan derechos básicos como la salud y la educación, sino incluso la ley de la oferta y la demanda pueden llegar a dar directrices en nuestras propias relaciones sociales, y el autoritarismo se cuela hasta en la cotidianidad de las salas de clases. Por ello, frente al lento desarrollo de los grandes cambios, es posible y necesario apostar, paralelamente, por otro tipo de transformaciones más sutiles que no acaparan portadas de diarios ni son anunciadas con grandilocuencia. Precisamente, las historias que se relatarán a continuación nos sugieren que no es preciso esperar. Los brotes de la nueva sociedad que podría algún día recibir educación gratuita, están surgiendo hoy, desde la propia vida cotidiana.
Varios son los textos y documentos audiovisuales dedicados a la narración y análisis de lo ocurrido a partir de 2011, en torno a las movilizaciones estudiantiles. Sin embargo, más allá de lo ineludible del recuento histórico, es importante también conocer las aristas más subterráneas del asunto, deteniéndose en los procesos más bien subjetivos y en términos menos tangibles. Porque aunque no contemos decenas de miles en una marcha ni veamos sillas obstruyendo los accesos de liceos, es significativo dar cuenta de que existen otras luchas, más pequeñas pero no por eso menos importantes, que se pueden estar llevando a cabo. Se trata de una tarea de largo aliento comenzar a preguntarse: ¿cómo los estudiantes están siendo capaces de traducir los grandes discursos, en lo construido en su cotidianidad, y en la relación con sus pares?
En este contexto, es interesante indagar en las particularidades de las protestas y propuestas de los estudiantes secundarios, a partir de las movilizaciones de 2011. Puesto que pese a su corta edad, no se trató de un juego o simple capricho, como algunos tratan de caracterizar a su actuar colectivo. Tal como afirmó María Jesús Sanhueza, una de las voceras de lo que se conoció el 2006 como la “Revolución Pingüina”, “el mundo que quiero mañana es el que estoy construyendo hoy”.
En palabras de Jacques Rancière, no se trata “solamente seres de necesidad, de queja o de grito, sino seres de razón y discurso que pueden oponer razón a las razones y esgrimir su acción como una demostración” . Una demostración que nos quiere señalar que lo planteado por ellos no es irrealizable ni extemporáneo.
Entre los antecedentes de este fenómeno, es inevitable referirse a lo sucedido el año 2006. Tomando en cuenta los planteamientos de ese periodo, se puede considerar que las propuestas más radicales de ese entonces, se fueron instalando a partir de 2011 como consenso general dentro del movimiento. Así, asuntos como la gratuidad de la educación y la importancia de salir a la calle, dejaron de ser lineamientos propios de los sectores señalados, por algunos dirigentes de la “Revolución Pingüina”, como “inorgánicos” o “ultras”.
Un ejemplo de lo anterior lo podemos encontrar en el llamado a no marchar, durante el paro del 30 de mayo de aquel año. “La idea es que no salgan a la calle, porque queremos evitar incidentes que puedan ensuciar el movimiento” , solicitaba César Valenzuela, uno de los voceros más mediáticos de ese entonces. Mientras Karina Delfino, también representante de los “pingüinos”, advertía: “Cada colegio resuelve el carácter, puede ser cultural o de reflexión, pero en ningún caso una marcha” . Un escenario muy distinto al de 2011 y 2012, donde los secundarios se caracterizaron por su numerosa presencia en marchas, varias de las cuales fueron convocadas sin autorización de la Intendencia Metropolitana, requisito necesario para poder manifestarse en nuestro país.
¿Educación gratuita? La que se ha convertido en una de las principales demandas actuales, no era más que una descabellada idea el 2006. Para Valenzuela, los “‘pingüinos asistémicos’ creen que la educación debe ser gratis, porque somos todos iguales. Pero, hoy el contexto muestra que eso no es así. Si tú das la PSU gratuita no es el empresario el que se perjudica, sino que el más pobre, porque en vez de poner plata para la prueba, le puedes dar dinero para un hospital” .
La postura del entonces dirigente pingüino encuentra eco en la propia presidenta de la República de ese entonces. El 1 de junio Michelle Bachelet, al referirse a la gratuidad del pase escolar, afirmó que costaría 166 mil millones de pesos. “Eso equivale a 33 mil nuevas viviendas sociales o a atender 230 mil niños más en salas cuna. Es mucho dinero” , anunció la mandataria. Lejos estaban los cálculos sobre cuántos millones de dólares se necesitaban para cubrir la educación superior en Chile, y las discusiones sobre la forma de entregar dicha gratuidad por medio de una reforma tributaria.
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