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El canal de la Chile: historia y desarrollo de la corporación de televisión de la Universidad de Chile entre los años 1960-1993

Memoria para optar al título de periodista / Los minutos corrían y los académicos de la Universidad de Chile, miembros del Consejo Universitario de esta casa de estudios, también lo hacían. Todos querían llegar a tiempo a la sesión extraordinaria que celebraría el organismo directivo en la Casa Central ese jueves 18 de marzo de 1993. Todos, en principio, debían estar allí, pues la reunión sería resolutiva.
El problema que se discutiría tenía calidad de urgente, de ahí el carácter de extraordinario de la sesión. Muchos de los académicos adivinaban ya cuáles serían las alternativas que entregaría el rector Jaime Lavados a la mesa de discusión, era importante analizar las ventajas y desventajas de las posibles soluciones que presentarían ese día. Sin embargo, nadie preveía cuáles serían las consecuencias de lo que allí se acordaría.
Pese a la importancia que tenía la reunión en avenida Libertador Bernardo O‟Higgins 1058, en Inés Matte Urrejola 0825, en los pasillos de Canal 11, el ánimo era el de siempre. A esas alturas, en marzo de 1993, tanto empleados como televidentes de Red de Televisión Universitaria Sociedad Anónima se habían acostumbrado a denominar a la transmisora por las siglas RTU, sin el S.A, y eso que ni siquiera habían pasado dos años desde el último cambio de nombre que había vivido la estación. Por esos días, en 1993, RTU S.A. llegaba al 67,5% de la población chilena y su señal, en la práctica, cubría desde Santiago hasta Concepción. En el norte transmitía a través de estaciones autónomas, administradas por otras instituciones. Así, en Arica y Antofagasta las ondas se emitían a través de Telenorte, y en La Serena, por Canal 8 de Televisión. Lo mismo ocurría en el centro sur de Chile, donde la señal en Chillán llegaba por el Instituto Profesional de esa localidad, mientras que en Valdivia se hacía lo mismo gracias a la Universidad Austral. En 1993, RTU S.A. era el único canal de Santiago sin cobertura nacional y, a pesar de que tenía derechos legales para cubrir con su señal desde Arica a Magallanes, embarcarse en un desafío así requería una enorme inversión, dinero que, por cierto, escaseaba en la Universidad de Chile.
Por eso, antes de que la reunión comenzara en la Casa Central, el rector Lavados se aseguró de contar con todos los documentos más relevantes para exponer con claridad sus argumentos. Tenía, por ejemplo, dos estudios financieros realizados en 1992 por las consultoras Langton Clarke e Ingenieros Consultores Bakovic y Balic, donde se tasaban los activos de explotación de la señal. Tenía también un prebalance económico del canal, un par de ofertas de compra y otras tres alternativas. De esta manera cuando el Consejo Universitario entró en sesión, ya estaba todo listo para las intervenciones y discusiones. Como esas que se dan entre cuatro paredes y a puertas cerradas, pues –vale decirlo- dicho Consejo, además, tuvo la calidad de privado. Los programas más característicos de Canal 11 eran los misceláneos. En esos años, RTU capturaba al público de la mañana con un matinal, pues los otros canales no iniciaban sus transmisiones sino hasta las 9 ó 10 a.m. Era el momento en que gozaban de un alto número de televidentes, pues casi desde su nacimiento hasta esa fecha, la estación universitaria jamás contó con buenos índices de sintonía. Esto, sumado a las deudas millonarias que arrastraba la emisora desde años anteriores, derivó en que los problemas económicos llegaran a niveles muy profundos a comienzos de la década del 90 y que adquirieran el carácter crítico hacia fines de 1992. Entretanto, en la Casa Central, el rector había comenzado su discurso echando mano al estudio de las consultoras que aseguraban que el activo fijo físico, más los valores de la frecuencia y de la marca, alcanzaban un monto cercano a los 11.840 millones de dólares. Una cifra gigantesca, considerando que el tipo de cambio de la divisa norteamericana se ubicaba cerca de los 400 pesos chilenos en 1993. Las malas noticias vinieron después, cuando Lavados tuvo que exponer el prebalance de RTU S.A. Con documentos en mano, demostró que el canal había presentado durante el período 1992 una pérdida que bordeaba los 55 millones de pesos y, con esto, la merma acumulada desde mediados de los ochenta se empinaba por sobre los 2.160.000 millones de la misma moneda.
Pero había más. Un problema que no se analizó en ese Consejo –aunque se conocía de antemano- era la obligación legal de alcanzar el ciento por ciento de cobertura nacional de la señal televisiva. La ley 19.131, promulgada el 8 de abril de 1992 (y que en estricto rigor era una modificación a la ley Nº 18.838, el último estatuto legal sobre televisión, aprobada a fines de los 80), obligaba a todos los canales de televisión a utilizar sus derechos de concesión antes de dos años desde su promulgación, pues si las estaciones no ejercían este derecho hasta esa fecha, se les caducaría la concesión. En ese escenario, RTU S.A. debía usar las frecuencias que tenía antes de abril de 1994 para no perder ni la señal en las localidades donde aún no ejercía su derecho ni los activos que le significaban esas concesiones. Lograr lo que exigía la ley tenía un costo aproximado de 3.500 millones de dólares. De eso, en el consejo, solo hubo menciones.
Los números desalentaron a los asistentes, pues pese a los esfuerzos que se habían hecho durante casi dos años para solucionar los problemas económicos del canal, nada había resultado. En un Consejo Universitario celebrado a mediados de 1991, se acordó realizar una acción que se creía podría mejorar económicamente a la estación: se decidió convertir a Canal 11, o Universidad de Chile Televisión, en una sociedad anónima cerrada. Para ello, esta casa de estudios y la Editorial Universitaria S.A. – también de propiedad de la universidad- constituyeron la sociedad denominada “Red de Televisión Universitaria S.A.”, acción que no tuvo los resultados esperados. En la práctica, esta acción sirvió solo para cambiar el nombre desde Universidad de Chile Televisión a RTU S.A. Por eso, cuando comenzaron las conversaciones y debates en el Consejo Universitario después de que estos datos fueron entregados, el rector presentó tres alternativas para solucionar el problema La primera era continuar con el ciento por ciento de la participación en las acciones. Esto implicaba que tanto la Universidad como la Editorial Universitaria debían asumir los costos que les significaba seguir administrando Canal 11. A esto había que agregar la inversión urgente en dineros que debían hacer para poner en marcha el derecho de transmisión nacional que tenía RTU, según exigía la ley 19.131.
La segunda alternativa era aceptar la oferta que el Grupo Editorial Zeta S.A. de España hacía a la universidad. La organización ibérica quería adjudicarse el 49% de las acciones a un precio de 5.150 millones de dólares. Los números eran interesantes, pero había que escuchar la siguiente solución. Con las cartas sobre la mesa, el Consejo Universitario resolvió por unanimidad “permitir la participación de terceros en la administración de Canal 11”. Era el primer paso con que la Universidad de Chile se desprendía de su relación con el canal.
Eso sí, el Consejo exigía tres condiciones: conservar el 51% del capital social de RTU S.A. para la Universidad de Chile, asegurar la imagen institucional del plantel y resguardar la estabilidad del personal que trabajaba en Canal 11.
Después de extensos análisis hechos por los miembros del Consejo Universitario, se se acordó, como consta en el acta de la sesión extraordinaria del 18 de marzo de 1993, “por la unanimidad de los presentes aceptar la oferta de la Corporación Venezolana de Televisión, encomendando al señor rector llevar a término el afinamiento de detalles de la negociación”. Por consiguiente, el mandamás de la casa de estudios debía moverse rápido para concretar lo antes posible la venta del usufructo de la señal. Entretanto, en Inés Matte Urrejola 0825, en los pasillos de RTU, la programación seguía tal cual estaba planeada para un día jueves como aquél, uno con 25 grados Celsius y como cualquier otro día de marzo de 1993.

Identiferoai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/134710
Date January 2012
CreatorsLiencura Melillán, Jaime Rodrigo, Thiers Huerta, Raúl Nicolás
ContributorsLagos Lira, Claudia Paola, Instituto de Comunicación e Imagen
PublisherUniversidad de Chile
Source SetsUniversidad de Chile
LanguageSpanish
Detected LanguageSpanish
TypeTesis
RightsAtribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Chile, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/cl/

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