Seminario para optar al Grado De Licenciado En Comunicación Social / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / Desde que comenzaron los estudios sobre las mujeres a partir de la década del ’50, aparece una nueva visión sobre las relaciones socioculturales que envuelven al grupo femenino. Estas investigaciones, emblema de las posturas feministas, encontraron eco en una sociedad vista y pensada para un solo grupo dominante. Lo anterior, porque la historia había sido contada, adaptada y manejada por un sector que buscaba la satisfacción de sus propios intereses.
Sin embargo, las investigaciones en torno al tema dejaron entrever que los estereotipos de hombre y mujer imperantes en una sociedad, se arraigan en el contexto de la sociabilidad, es decir, en el de las relaciones cotidianas. Las personas internalizan de generación en generación los parámetros de la cultura a la cual pertenecen. Por lo tanto, no son sólo los hombres los que manejan ciertos estereotipos sobre las mujeres, sino que es el propio grupo femenino el que los ha incorporado, reforzado y transmitido por generaciones. Desde la infancia se les enseña a las niñas que deben asumir y respetar determinados roles: la niña debe jugar con muñecas, usar vestidos, poseer aritos en las orejas, hablar, caminar y expresarse de manera “femenina”. ¿Qué es lo femenino y lo masculino?, representa una de las preguntas claves que sitúan a la sociedad como la principal condicionante de los parámetros socioculturales establecidos.
De esta manera, las teorías de género intentarán dar una visión diferente a lo expuesto hasta ahora sobre la funcionalidad de las mujeres en la sociedad. En medio de los estudios, notarán que las relaciones de poder, están insertas hasta en los pequeños hilos motores que mueven a los diferentes agentes sociales. Es decir, son las propias mujeres las que transmiten los roles de otras mujeres y lo ejercen a través de relaciones de verticalidad dadas en el proceso de sociabilización. Tal adiestramiento tendrá su primer origen en la familia, en donde la madre poseerá la función de transmitir todas las características de lo femenino –según lo que ella ha aprendido de su madre- en la niña.
Es en tal momento, en que se le enseña que tiene que llegar a ser una buena dueña de casa –aparte del trabajo -, que debe cuidar de los hijos y del esposo. Además, debe aprender ciertas especialidades consideradas como meramente femeninas, tales como coser, tejer, planchar, lavar, cocinar, limpiar la casa y servir al otro, entre otras. Es en este instante en donde la niña –futura mujer- aprende la mayor parte de los estereotipos asignados por la comunidad y que, en conjunto con la escuela, se transforma en uno de los agentes más importantes en la incorporación de modelos de mujer.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/138004 |
Date | 09 1900 |
Creators | Madariaga Vargas, Mariana Elisabeth |
Contributors | Rebolledo Gonzalez, Maria Loreto, Instituto de Comunicación e Imagen |
Publisher | Universidad de Chile |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
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