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Historia y ética: el concepto de libertad en la filosofía ácrata de Avram Noam Chomsky. Un enfoque analítico-hermenéutico

Silva Montellanos, Leonel Patricio January 2017 (has links)
Aborda, en términos analítico-hermenéuticos, el sentido del concepto de libertad en la obra de Noam Chomsky. Inicia con definiciones doctrinarias ácratas que surgen de la propia tradición peruana. Realiza una revisión del tema desde la filosofía analítica contemporánea y la filosofía hermenéutica. Indaga acerca del problema de la libertad, enfocado desde la filosofía moral y la filosofía de la historia. Contextualiza los aportes chomskianos en la tradición del pensamiento ácrata. / Tesis
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La lengua como uso social en Ortega

Pinter Oñate, Walter January 1999 (has links)
Memoria para optar al título de Periodista / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / Sin duda que escribir sobre el más importante pensador español del siglo es una dificultad no menor. Más aun, si se trata de un filósofo, como es el caso de José Ortega, quien además ha gozado de un prestigio complejo a propósito de circunstancias de diferente tenor, pero no por ello desdeñables. Digo complejo, a propósito de una entrañable disputa sobre las dudas respecto a su calidad de filósofo, pero también, en relación a las formas en que José Ortega expresó su pensamiento. Ambos aspectos, -en apariencia diferentes- poseen una orgánica conexión, pues la filosofía ha estado marcada o circunscrita a una forma de difusión académica, para la cual es necesario un cierto entrenamiento metódico y terminológico, que a pesar de los esfuerzos, nada despreciables de generaciones de filósofos para hacerla comprensible, han sido infructuosos, en cuanto a la masificación del mensaje y su acogida y comprensión por parte de un público amplio. Más allá de lo que se piense, la filosofía es compleja, y si bien existen teorías filosóficas más accesibles -como la del propio Ortega-, no se trata de una excepción, como en principio podría pensarse, quizás con justa razón, por palabras suyas, que invitan a leer sobre temas difíciles. La claridad a este punto puede devenir si consideramos el escenario filosófico del último siglo, marcado por el denominado giro lingüístico de la filosofía. Es en este contexto, donde Ortega produce, y donde lo hace para multitudes, a través de medios masivos de comunicación, como el periódico y la radio. La aparente paradoja, puede tener un esclarecimiento si consideramos la interpenetración de estilo y teoría del razonar contemporáneo filosófico, pues la diferenciación lata entre un aspecto y el otro, no puede sino considerarse como una herencia del racionalismo filosófico, y en última instancia del método platónico de la división, o del platonismo. Sin embargo, si bien la distinción entre ambos aspectos es un residuo del ideologismo racionalista, no por eso es imposible intentar un esclarecimiento y un acercamiento al problema aquí planteado. En palabras del autor, la claridad es posible, pero utópica. No sólo en este caso, sino en toda actividad humana. El estilo y la teoría son inseparables, es decir, el fondo y la forma de todo texto danzan, en buena medida, un mismo compás, por lo cual es preciso tener en cuenta aspectos estructurales de lo humano y hacer una referencia explícita a problemas relacionales para salvar el punto. O sea, tomar en cuenta a los emisores y receptores, así como un mensaje en forma concreta. Esa fue la raíz y el sentido del filosofar orteguiano, para el cual el destinatario siempre fue elemento fundamental a la hora de decir alguna verdad, y en este sentido, su obra está orientada conscientemente a los hablantes españoles e hispanohablantes. De ahí que encontremos formas de expresión totalmente heterodoxas en el razonar del filósofo español, pues utilizó géneros “simples”, como el artículo, la charla amistosa y la conferencia, los cuales fueron modalidades extrañas de comunicación para la filosofía tradicional, más aun, si tenemos en cuenta que Ortega realizó sus estudios de filosofía dentro de la tradición del idealismo alemán, la cual se caracteriza por ser, en cierto modo, impenetrable. No sólo aquí podemos encontrar elementos de continuidad y ruptura, sino también con la propia vocación filosófica moderna de hacer más accesible el pensamiento. En este sentido, cabe destacar a Descartes, quien lleva a cabo una revolución expresiva, al desarrollar su producción filosófica en francés, y no ya en el marco de la tradición latina clásica. A pesar de ello, la intención de Ortega es de más largo aliento, pues supera en radicalidad el intento del fundacional pensador francés de la denominada "modernidad". Pero el punto clave, como decía, es más radical, y se trata ahora no tan sólo de superar formalmente una barrera idiomática, sino de alcanzar, por una parte, desde el lenguaje mismo, un cierto universo común significativo. Es entonces, un intento interno, y no meramente exterior (mecánico), como el cartesiano. Este afán pretende desbancar así toda una tradición cientificista de la filosofía, que nace modernamente en el pensador francés. Ortega quiere pensar con las palabras, por las palabras y para los hablantes, podríamos indicar, no tan sólo con un idioma, sino a partir del lenguaje común. Por otro lado, es relevante notar, que su forma expositiva se acerca al diálogo, es decir, a la palabra hablada, en contraposición a la formalidad de la escritura y del libro en general, por ello fueron los géneros periodísticos y masivos los que más cultivó. Es el momento de hacer notar el paralelo entre Sócrates y Ortega, quien como es sabido es el fundador de la filosofía, pero además nunca escribió libros, y sin embargo, dedicó su vida a conversar con sus contemporáneos y fundar un estilo de vida y quizás de civilización. Hacer las cosas mejor o peor, con distintos niveles o grados de profundidad, pero siempre perfectiblemente. Es así como la propia filosofía de Ortega otorga esa posibilidad; es generosa en el planteo y la riqueza de los problemas que toca. Desde el lenguaje común, sin renunciar a mejorar, sin poner límites absurdos e inalcanzables, sin querer acabar con el tema, dispuesto siempre al diálogo, sin beatería terminológica y tecnicismos provenientes de la ciencia canónica y también de la filosofía, sin dar la última palabra. Hacerse entender, o intentarlo -pues en ello se juega la tradición racional de la filosofía, y a lo mejor, la filosofía o lo humano mismo-, ese fue el deseo de Ortega, tal vez incomprendido, por los paladines de la razón o de la sin razón. En sus propias palabras, de las masas.

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