Memoria para optar al título de Periodista / A pesar que la Constitución de 1925 consagró el carácter laico del Estado chileno, la Iglesia Católica sigue siendo una de las instituciones más influyentes de esta sociedad. Ello se expresa en vastos antecedentes históricos y sociales.
Sobre todo en Chile, la jerarquía de la Iglesia Católica es un grupo escuchado por la clase gobernante para el desarrollo de políticas públicas y la construcción de la agenda política, moral, cultural y hasta económica.
Esto también se nota en las definiciones eclesiales. Cualquier cambio - o no cambio- en las prerrogativas que emanan desde el Vaticano respecto de algún tema afecta directa o indirectamente a nuestra sociedad.
A esto también aporta que la Iglesia chilena se presenta ante los medios de comunicación utilizando una voz eclesial “oficial”, total, sin disidencias.
El poder que la Iglesia Católica ejerce en nuestra sociedad tiene su sustento en la alta adhesión a esa religión que históricamente los chilenos han manifestado. Según el último Censo de Población 2002, el 70% de los chilenos de quince años o más se declaró católico. Un porcentaje que le da a la Iglesia chilena la legitimidad para participar del debate público, influir en la generación de leyes o políticas públicas de todo tipo, y también alzar la voz en asuntos que le son sensibles, todo en el supuesto de la bondad de sus intenciones y la búsqueda de una mejor sociedad.
Pero el porcentaje de adhesión que mostró el catolicismo en censo de 2002 es casi siete puntos porcentuales menor al obtenido en la medición anterior, realizada en 1992, donde la proporción de católicos fue de 76,7% de la población. Este dato fue la constatación de una sospecha que pululaba los templos: una creciente baja en la cantidad de fieles y adherentes a este credo.
Todo este marco se da justo en momentos en que la Iglesia chilena vive una serie de hechos pueden definir su relación futura con la sociedad, que en nuestro país se manifiesta en las Orientaciones Pastorales 2010 - 2012; en el continente con la publicación del Documento de Aparecida; y en el mundo católico en general, con los primeros años de un nuevo papa. Además, hay que considerar la seguidilla de escándalos de abusos sexuales en todo el mundo, también en Chile, en que los protagonistas han sido sacerdotes.
Además, este trabajo se cierra justamente en un momento clave, la Corte de Apelaciones de Santiago decidió reabrir la investigación en contra del sacerdote Fernando Karadima, que había sido sobreseída en un primer momento, luego que la Iglesia Católica lo encontrara culpable de abusos sexuales contra menores y otras faltas a su ministerio. Además la Corte Suprema designó a Jessica González como Ministro en Visita para estudiar el caso.
Todo este complejo escenario abre la puerta a una discusión que la sociedad aún no hace: cuestionar el peso específico de la Iglesia en la sociedad chilena. Nunca una institución, un sistema político, una democracia, un reinado, una dictadura, por más benevolente o abierta que sea, carece de posturas críticas.
Y aunque no se reconozca abiertamente, no todos los católicos comulgan decididamente con lo que exige el Vaticano. La disidencia eclesial en Chile existe y sus voces se manifiestan en distintos ámbitos y niveles. Desde sacerdotes más flexibles con las definiciones morales y sexuales, que se abren a discutir temas que parecen zanjados por la Iglesia, hasta organizaciones que piden más participación en las decisiones de sus autoridades, grupos que buscan aperturas en temas como la homosexualidad o el divorcio.
Justamente este trabajo intenta dar a conocer parte de esas visiones, que se encuentran aglutinadas en grupos organizados, que tienen un trabajo constante y que buscan fundamentos para plantear sus reivindicaciones. No se trata de alegar por alegar, sino buscarle un sentido constructivo a la disidencia. Intentaremos aquí conocer sus argumentos y ahondar en su aparente contradicción de sentirse pertenecientes a una institución que rechaza sus ideas.
Pero todo debate tiene un telón de fondo. En este sentido, es importante reconocer cómo la Iglesia ha planteado ciertos temas a través de la historia reciente, poner en contexto su rol en los procesos sociales, sobre todo la intención de influir en la agenda política en temas que le parecen sustantivos.
“De todo hay en la viña del Señor” se acostumbra decir y quizás esa sea una realidad compleja de develar cuando hay un fuerte discurso oficial de la Iglesia, compuesto por planteamientos continuistas de una tradición católica conservadora, y que se refuerza en los medios de comunicación, con un casi inexistente espacio para visiones divergentes.
Los “católicos a su manera”, sin embargo, están dispuestos a dar la pelea, con el mismo fin que su contraparte, el beneficio de la sociedad.
Identifer | oai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/144819 |
Date | January 2011 |
Creators | Silva Valenzuela, Sebastián |
Contributors | Poo, Ximena |
Source Sets | Universidad de Chile |
Language | Spanish |
Detected Language | Spanish |
Type | Tesis |
Rights | Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Chile, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/cl/ |
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