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La propiedad de la prensa en Chile como factor delimitante de la libertad de expresión

Memoria para optar al título de Periodista / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / En Chile existe una concentración de medios escritos que viene siendo cada vez más evidente. La desaparición de títulos por no "no ser un buen negocio" y también de aquellos, por la incompatibilidad de un pluralismo de conciencia con la visión empresarial de sus propietarios, han hecho abortar proyectos que fueron concebidos con un mayor grado de libertad de expresión, dejando entonces todo el espacio, todo el mercado, a títulos que detentan modelos unívocos de realidad.

Por su parte, investigar la propiedad de cualquier sociedad comercial en Chile siempre es dificultoso debido, principalmente, a la falta de transparencia que reina en la microeconomía del país. En Chile "culturalmente" no se entrega información, porque esta práctica no se asocia a ventajas o beneficios ya sea económicos, políticos o éticos.

Investigar las redes de propiedades, asociaciones, participaciones en otras industrias o compañías, de los dueños de las compañías que publican diarios y revistas tanto en Santiago como en regiones contiene, por lo tanto, un mayor grado de trabas, ya que - entre otros factores- estas empresas son en su mayoría "cerradas" y no necesariamente están obligadas a entregar resultados públicos, informe de hechos relevantes u otros, como sí lo están las sociedades anónimas "abiertas" a la Superintendencia de Valores y Seguros.

Si bien es esencial diseñar el mapa de la propiedad de la prensa escrita en Chile, también es relevante actualizar información muy valiosa, incluida especialmente en un trabajo de investigación que casi está por cumplir veinte años. Me refiero especialmente al riguroso texto de Diego Portales, en el contexto de principios de los 80: "La Industria de la Comunicación Chile en la Democracia y el Autoritarismo”. 1

Desde luego fue escrito en un escenario muy diferente al actual, donde existen nuevos actores y, sobre todo, la intención detrás de cada medio es más que nada influir en la opinión pública realizando, de paso, un buen negocio.

Hoy, los medios escritos compiten fuertemente con la televisión y con el fenómeno que se denomina "analfabetismo por desuso", que se refiere a que personas que aprendiendo a leer y escribir, no ejercen la destreza y han perdido la relación con el lenguaje, con todo las consecuencias que eso mismo puede acarrear, incluso para el desarrollo económico del país y para que decir de la cultura. Se sabe que una carencia de un buen porcentaje de los trabajadores chilenos es la falta de instrucción o calificación para hacer frente a lo que se supone es el necesario “salto cualitativo” de Chile.

La prensa también compite con la radio, cuya cobertura noticiosa es muy amplia, y cuenta con un fuerte posicionamiento en un altísimo porcentaje de la población y un componente empresarial que lucha por ganar un trozo más de la torta publicitaria. También compite con los nuevos medios: las megaredes, como la Internet, cuyos efectos no podríamos prever pero imaginamos que serán cambios sustanciales en la cotidianeidad y en la forma de acceder a la información. Chile, por cierto, tiene una elevada tasa de relación con los medios audiovisuales.

Pero nadie puede negar que la prensa es un lugar donde debe producirse el debate, el análisis, y el planteo de lo que se pretende lograr como grupo, como individuo, o como agente social. Cuenta con la credibilidad y la capacidad de verificación de los acontecimientos que muestra la televisión o señala la radio o de aquellos que éstas simplemente no cubren por falta de rating o recursos técnicos. La prensa es el registro, el documento histórico, y además es el espacio factible para llamar a la reflexión acerca de la actualidad, de lo que nos concierne como partícipes de la sociedad.

La prensa escrita tiene poder y los dueños de ésta lo saben y lo utilizan para conseguir ciertos objetivos. ¿De qué naturaleza son esos objetivos? Es lo que intento dilucidar en este trabajo de investigación que pretende definir el tejido de la propiedad de la prensa escrita en Chile, porque se supone que al conocer las personas que "financian" lo que aparece en los medios podemos saber las intenciones, las estrategias, las políticas de verdad predominantes en el país que vivimos y construimos.

Un ejemplo de incompatibilidad entre los propietarios y periodistas es el caso del diario El Metropolitano, que dejó ir a un destacado componente de profesionales por no permitir la libertad de expresión y de opinión de sus contratados, aduciendo irónicamente - en una aclaración firmada por su Consejo Editorial- razones de "defensa de pluralidad".

El hecho de que nadie objete, rebata esa declaración, la denuncie en pos de la defensa de libertad de expresión, o al menos se genere un debate al respecto ya es un síntoma de adormecimiento o de miedo a la libertad de expresión, suponiendo que exista una variedad de interpretaciones y opiniones que "liberar".

Esta investigación ha querido confirmar una información, bastante asumida e internalizada debido al peso evidente de los protagonistas: en el país el dominio de la prensa lo tiene El Mercurio. Más atrás - para que no se diga que esto es monopolio- aparece otro grupo de empresarios: COPESA y mucho después el representante de la libre empresa: Editorial Gestión.

Pero ¿quiénes están detrás de estos constructos jurídicos? ¿Cuál es la extensión de esos dominios sobre otros medios y más allá del periodismo? ¿Participan los accionistas de estos grandes grupos en otras sociedades. Aquellas compañías que, al entregarles las espaldas financieras para sortear épocas de crisis en la prensa, podrían influir peligrosamente en los contenidos publicados?

A propósito del riesgo de que la información no esté siendo canalizada en su totalidad por falta de verdaderos espacios públicos donde se pueda dar la libertad de expresión, cito a José Zalaquett, desde el libro “Los límites de la tolerancia, libertad de expresión y debate público en Chile”. Dice "La Corte Interamericana concluyó que así como no es admisible la censura, tampoco lo es que sobre la base del derecho de difundir informaciones e ideas se constituyeran monopolios públicos y privados sobre los medios de comunicación. Agrega que es indispensable, entre otros requisitos, la pluralidad de medios, la prohibición de todo monopolio respecto de ellos y la garantía de protección a la libre independencia de los periodistas". 2

Continúa Zalaquett "finalmente, en su informe de 1994, el Relator Especial señala que existe la obligación del Estado de adoptar medidas en las instancias donde la concentración de los medios de comunicación amenaza la diversidad de opinión o el acceso a opiniones". 3

Es probablemente ingenuo pensar que el Estado chileno puede llegar a velar por la pluralidad mediática si ya el Gobierno de la Concertación tomó la decisión explícita de que la prensa en Chile se regule por las leyes del mercado.

"Paradójicamente para la Epoca (el diario ya extinto), la asunción del gobierno democrático reportó más dificultades que ventajas. La política comunicacional del nuevo gobierno se estructuró sobre la base de un papel prescindente, por el cual los periódicos cercanos políticamente a la administración gubernamental no tuvieron ningún apoyo particular", explica Flavio Cortés, actual jefe de contenidos de La Moneda en su artículo "Modernización y concentración: los medios de comunicación en Chile", incluido en el libro “Chile en los noventa”. 4

Para Cortés el hecho de tocar temas "políticos" jugaron en contra de La Epoca al parecer, por su tono, por ser temas ex-temporáneos. "A ello se sumó el predominante tono político del diario (expresado en la importancia concedida a dichos temas y a los derechos humanos) y la atribución de ser "oficialista" en un momento en que el interés del público se alejaba progresivamente de la política, lo que generó una brusca caída en sus ventas entre 1990 y 1992". 5

Estas afirmaciones pierden validez después del caso Pinochet y el gran espacio dado por los medios de comunicaciones a temas "alejados del interés del público" como los derechos humanos.

Por eso la presente investigación sólo quiere aportar información "confirmada" acerca de quienes son los dueños de la prensa en Chile y, al menos, intentar indicar algunas conexiones con otras sociedades. La malla de las empresas de estos hombres abarca distintas actividades económicas y países.

Es un desafío muy atractivo intentar descubrir, si se me permite la imagen las puntadas con los hilos que configuran el tejido o el tamiz del poder de "saber" público, de los que están constituyendo realidad, siguiendo una política de verdad en Chile.

Como es sabido durante los últimos años del Gobierno Militar tanto El Mercurio como La Tercera recibieron ayuda para sanear una delicada situación financiera, incluyendo de paso el cambio de propiedad en COPESA. Asimismo, los miembros de la citada familia Edwards realizaron en regiones una agresiva estrategia de toma de control para competir (incluso monopolizar) en las comunicaciones escrita.

Actualmente, la prensa ha tenido uno o dos años de ajuste con la crisis económica presente. Ha visto caer los montos en la inversión publicitaria y ha tenido que bregar por la también agresiva campaña de las cadenas televisivas y el no menos dinámico sector de la radiofonía.

Sin embargo el ingreso de un nuevo diario viene a agregar ruido y, al mismo tiempo, corrobora la tesis de que sí hay espacio para más competidores, si estos tienen capital financiero tan importante como el de los grupos ya en el juego. La pregunta es cuánto tiempo el nuevo competidor estará vigente y cuáles serán las barreras que impedirán su desarrollo.

Identiferoai:union.ndltd.org:UCHILE/oai:repositorio.uchile.cl:2250/136225
Date January 1999
CreatorsRamírez Acevedo, Mónica Patricia Bernardita
ContributorsSunkel, Guillermo, Instituto de Comunicación e Imagen
PublisherUniversidad de Chile
Source SetsUniversidad de Chile
LanguageSpanish
Detected LanguageSpanish
TypeTesis

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