Esta investigación hace suyo un ajuste metodológico respecto al modo de pensar la relación entre las imágenes artísticas y la historia. Tal ajuste descansa en el reconocimiento de que las primeras no se hallan meramente inscritas, como un punto sobre una línea, en las estructuras diacrónicas de la segunda. Supone también que, en su doble condición sincrónica y anacrónica, la imagen cala, fisura y reordena la experiencia del tiempo histórico en que ella misma se presenta. Dos obras de autores chilenos —Enrique Lihn y Eugenio Dittborn― son abordadas en este estudio como instancias que permiten pensar ese ajuste, porque propiamente lo producen como efecto de sus operaciones estéticas y críticas. Se trazan aquí los antecedentes teóricos para formular esta hipótesis y se los dispone analíticamente en vías de leer las poéticas de la imagen en ambas obras como soportes de un desmontaje histórico ―acontecido en una experiencia temporal signada por la interrupción, la discontinuidad y el retorno― en cuya entrelínea podría descubrirse también un contradiscurso de la historiografía del arte chileno