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Filosofía y ciencia en Carlos Vaz Ferreira

Romero Baró, José María 24 October 1989 (has links)
El estudio de la obra de un filósofo como el uruguayo Carlos Vaz Ferreira, en apariencia tan alejado de la tradición filosófica española, podría parecer extraño de no darse en él las condiciones de afinidad intelectual y comunidad de intereses que revela el estudio de dicha obra, una profunda simpatía mutua entre lo español y lo americano de la cual es en parte fruto el presente trabajo.La obra del filósofo uruguayo, una vez comenzada a estudiar desde esta perspectiva de los intereses comunes, ofrecía una interesante dimensión en tanto que filosofía crítica de la ciencia y, más adelante, con el descubrimiento de su "Lógica Viva" como el gozne donde hacer girar toda su reserva teórica a toda producción intelectual, esa filosofía de la ciencia se ofrecía como una de las alternativas más sólidas al racionalismo científico, mostrando con cuánta originalidad el autor se independizaba del lenguaje, estableciendo una separación casi estanca entre lenguaje y pensamiento de un lado, y realidad de otro.De este modo, el principio crítico defendido por Carlos Vaz Ferreira que separa y aísla el discurso racional (decir y pensar) de la realidad (ser) replanteaba un problema ontológico ya clásico en la filosofía, pero reconociendo en el hombre una limitación de sus capacidades racionales que le obligaba a postular un principio de humildad y de ignorancia consciente que no siempre se hallaba presente en el racionalismo científico.La obra de Carlos Vaz Ferreira se sitúa en el primer capítulo dentro de la reacción a las corrientes estrechamente positivistas que desde fines del siglo XIX intentaron terminar con toda manifestación especulativa del espíritu, destacándose H. Bergson y V. James junto con M. de Unamuno y Vaz Ferreira, quien coloca a Fr. Nietzsche en la base filosófica de los dos primeros autores. Respecto de H. Bergson, Vaz Ferreira reconoce haber heredado de él su espíritu independiente con el que abordar los problemas filosóficos, siendo provechoso observar los puntos en los que el filósofo francés rechaza la versión mecanicista de la vida y del espíritu. En cuanto a V. James, Vaz Ferreira se reconoce deudor de la interpretación fluida de la conciencia y del lenguaje frente a la realidad, repitiendo su concepto de la "corriente de pensamiento" pero rechazando la interpretación utilitarista del pragmatismo al poner en duda la validez de un principio que sólo considera útil cuanto tiene éxito a corto plazo. La simpatía y la admiración que por el filósofo uruguayo sintió nuestro M. de Unamuno se refleja en multitud de testimonios y radica en la independencia de criterio y en la originalidad con la que Vaz Ferreira encaraba sus propios problemas filosóficos. Por su parte, la obra de Fr. Nietzsche parecía ofrecer elementos suficientes como para que sus ideas más originales sirvieran de revulsivo del mecanicismo y de la ciencia establecida, actuando como un auténtico fermento filosófico que replanteara de nuevo el lugar que debía ocupar esa ciencia dentro del ámbito general del conocimiento.El segundo capítulo está destinado a establecer el lugar de la filosofía de Carlos Vaz Ferreira dentro de las distintas escuelas filosóficas, defendiéndose ante todo de la acusación de ecléctico por una filosofía como la suya que se nutre del pensamiento ajeno, pero que al pensar directamente los problemas no acepta las soluciones ya dadas. Por otro lado, la reflexión constantemente crítica que propugna el filósofo uruguayo le hace aparecer como escéptico y, recogiendo en parte esa acusación, muestra que la reserva crítica ante la acción y el análisis detenido de sus posibilidades proporciona un criterio excelente para el comportamiento social.Se hacía preciso determinar en el capítulo tercero la aportación más genuinamente metafísica de nuestro autor: su solución a los problemas de la libertad y del determinismo. Partiendo de la separación de los problemas, Vaz Ferreira establece que tan sólo los seres son sujetos de quienes pueda predicarse la libertad o la falta de libertad, mientras que de los actos (humanos), hechos o fenómenos (naturales) tan sólo puede predicarse el determinismo o el indeterminismo. De este modo, podría concluirse que el hombre es libre mientras que sus actos son determinados.El análisis metodológico constante propuesto por Vaz Ferreira sólo podía entenderse dentro de una concepción viva de la lógica, como actividad siempre en ejercicio que a lo largo del capítulo cuarto se ejercita sobre el concepto de Ciencia, destacándose el intento de trascendentalizar el principio de incertidumbre de Heisenberg o la dualidad onda corpúsculo para establecer una ontología de la contradicción que arruinara la lógica aristotélica, intento fallido que ponía de manifiesto la necesidad que tenían los científicos de una buena lógica y de una filosofía legítima.En el capítulo quinto se estudia la relación entre ciencia y filosofía, comenzando por señalar que es falsa su mutua oposición. Con fina penetración observa Vaz Ferreira el fondo filosófico de toda ciencia al preguntarse por sus fundamentos y establece el origen y el fundamento único de toda ciencia en la filosofía. Esta unidad en el saber le permite a Vaz Ferreira invalidar el postulado positivista por el cual se intenta instituir una ciencia basada en sus propios principios racionales, claros y definidos, donde ya no tenga lugar la metafísica.Para finalizar, en el capítulo sexto se indica cómo la ignorancia consciente de serlo supone la coronación de una evolución cognoscitiva que en Vaz Ferreira comienza por suscitar los problemas por medio de una enseñanza fermental que se constituye en filosofía al pensar y al sentir en toda la amplitud posible los problemas filosóficos, vacilando en sus soluciones.Ignorar supone, por consiguiente, una previa aclaración racional que no deja de lado cuanto queda por resolver, revelando con ello la dimensión infinita de cuanto resulta ser trascendente al hombre. / The study of the work of the Uruguayan philosopher Carlos Vaz Ferreira (1872-1958) from the perspective of the philosophy of the science, acquires an special interest because of his critical postulates on the Science and the additional criticism to the Positivism that tries to be established on her basis.Immersed in the anti-positivistic currents of the early century, the work of Carlos Vaz Ferreira reveals the human resistance -attested by H. Bergson as well as W. James- to be shut in a narrow rationalism. In the same way, M. de Unamuno is another of the few authors that constitute the basis of his philosophy, below which Vaz Ferreira places furthermore work of Fr. Nietzsche as a fermentative germ.From the point of view of his living logic, Vaz Ferreira analyzes and invalidates some fallacies as the transcendentalization -which attempts in every moment to identify language and thought-, distancing the ontological plane ("being") from the reasoning plane ("to say" and "to think") in order to recognize the limits or our rational capacities.The work of Carlos Vaz Ferreira is then articulated within a wise rationalism where the conscious ignorance shows at any time the greatness of an absolute reality that the man is never capable to comprehend.
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Le Morceau de sucre et la fleur de papier. Écrire avec et contre Bergson, 1890-1940 / The Piece of Sugar and the Flower of Paper. Writing Literature with and against Bergson, 1890-1940

Girardi, Clément 21 June 2018 (has links)
Nous considérons quelques écrivains et critiques littéraires chez qui la lecture de la philosophie d'Henri Bergson, du vivant de celui-ci, a fait naître une réflexion intense et rigoureuse quant à sa signification et à son avenir. Charles Péguy, Marcel Proust, Jacques Rivière, Albert Thibaudet et Jean Paulhan – l'antibergsonien Julien Benda leur servant de contrepoint – éprouvent la nécessité de contester la quiétude de Bergson ou la manière qu'il a de refermer son problème. Ils restent néanmoins fidèles à ce problème, apparaissant dès lors surtout soucieux de recommencer le bergsonisme, de repartir de sa table rase. Bergson leur semble trahir inconsciemment ses propres principes : soit qu'il échoue à faire attention aux découpages propres du réel et qu'il cède à de faux problèmes, soit qu'il cède plutôt à de fausses solutions et laisse ses lecteurs dans l'incertitude, initiant malgré lui une « crise de la durée ». Ils ont le sentiment de pouvoir être bergsoniens mieux que Bergson, indissociablement avec et contre lui. Il leur semble surtout que l'accomplissement du bergsonisme comme philosophie ne puisse se faire que dans une œuvre de littérature : soit qu'ils trouvent dans Bergson une théorie inattendue de l'urgence d'écrire, soient qu'ils voient dans la littérature, notamment romanesque, la réalisation vraie de l'intention bergsonienne, ou le moyen d'atteindre une philosophie enfin durable. L'heure n'est plus à mettre la vérité du morceau de sucre dans sa dissolution, mais bien à laisser l'eau du temps gonfler les arêtes de la fleur de papier japonais – et refaire d'elle l'occasion de retrouvailles, de soi avec soi et de soi avec tous les autres. / I consider a few literary writers and critics whose reading of Henri Bergson's philosophy was careful and passionate enough to make them reflect on its true meaning and possible future. Each in their own way, Charles Péguy, Marcel Proust, Jacques Rivière, Albert Thibaudet and Jean Paulhan – Julien Benda working here as a counterpoint – needed to criticize Bergson's tranquillity and rejected part of the solutions he offered. They nevertheless stayed true to his fundamental problem, thus offering more of a new beginning to bergsonism than a condemnation. They felt that Bergson unconsciously betrayed his own principles: either because he failed to pay attention to the true divisions of reality and was led to the formulation of fake problems, or because he accepted fake solutions on the contrary, and therefore left his readers in distress. In the latter case, they argued, the philosophy of duration did nothing but increase the destructive effect of time. They felt that they could be better bergsonians than Bergson. More importantly, they came to the idea that bergsonism as a philosophy could only be accomplished within the pages of a literary work. Some discovered in Bergson an unexpectedly positive theory of language. Some saw in the writing of novels the true realization of Bergson's intention. Others understood literature as the only way to escape the anguish created by philosophy and to slow down the pace of history. The truth of sugar lies not in its dissolving, unlike Bergson suggested, and one should rather let the water of time swell the edges of Proust's flower of japanese paper. In it lies the possibility of finding oneself again, as well as regaining a community.

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