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Filosofía de la historia y Golpe militar en Chile

Bravo Haro, Maximiliano January 2017 (has links)
Informe de Seminario para optar al grado de Licenciado en Filosofía
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El "año decisivo"; la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM): una mirada histórica (1985-1986)

Ruilova Tassara, Rafaella January 2018 (has links)
Informe de Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia
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Representaciones sociales sobre golpe militar y dictadura.

Naranjo Dawson, Valeska January 2006 (has links)
La hipótesis central de este trabajo es que existe una fragmentación de la memoria de los individuos. O bien, una memoria del olvido, que silencia la experiencia del Golpe Militar y la Dictadura, las violaciones a los derechos humanos y la represión como hito fundante de nuestra sociedad. Este silencio estaría relacionado o respondería a una matriz cultural nacional de orden/miedo, que se re-actualiza con el advenimiento del Golpe de Estado a la Unidad Popular.
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Desde la memoria a la identidad nacional, representaciones sociales sobre el golpe militar y dictadura en escolares de santiago

Naranjo Dawson, Valeska January 2006 (has links)
Tesis para optar al grado de Magister en Comunicación Social / Al cumplirse 30 años del Golpe Militar, el intenso interés periodístico más una cantidad inédita de acciones conmemorativas, instalaron en el discurso público, como nunca antes, una serie de ideas, obsesiones , diferencias y opiniones que no hacen más que interpretar y releer en el mejor de los casos, lo que ha significado el Golpe y la Dictadura para nuestra sociedad. Además, y quizás resulta aún más importante, puso en evidencia que este hito de la historia nacional no está cerrado como proceso y que los efectos que éste ha tenido en el orden social, como en la experiencia subjetiva de los ciudadanos, está todavía en discusión y revisión. Este pedazo de la historia nacional necesariamente nos instala la pregunta por nuestra memoria, por los ejercicios de recuerdo y olvido que realizamos. Estos los realizamos como sujetos que experimentan ciertas experiencias y también a través de la memoria como sujetos que transmiten una cierta información y otros que la reciben. La memoria se construye a través de la comunicación intergeneracional, ya que, podríamos decir, ella es parte de nuestro patrimonio intangible, es la condensación de nuestras experiencias, con sus aprendizajes y estancamientos, en definitiva es lo que somos, es nuestra identidad. Las operaciones de olvido y recuerdo que hacemos en nuestra memoria (o desmemoria) acerca del Golpe y la dictadura pueden iluminar la idea de un imaginario compartido del nosotros. O en otras palabras ¿Nos podemos reconocer en una memoria común que nos de la posibilidad de una identidad como nación? ¿Está esa memoria fragmentada? ¿Hay operaciones de olvido que simplemente imposibilitan el recuerdo? ¿Qué matrices están interviniendo en la lectura del pasado reciente que impide integrarlo a aquella imagen compartida? ¿El no procesamiento del pasado deja en calidad de trauma a esta memoria?, ¿Cuáles son los discursos que construyen nuestra identidad y nuestra memoria? ¿Cómo nos comunicamos como nación que pasó por la experiencia del terror? Las anteriores son algunas de las interrogantes que aborda esta investigación, a través de las respuestas que jóvenes escolares de educación media entregaron al ser interrogados sobre el Golpe y la Dictadura. No sólo se constata un ejercicio discursivo sino, más importante aún, aquí se realiza un ejercicio de memoria.
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La Unidad Popular y el golpe de Estado de 1973 en la memoria colectiva soviética: ideas y representaciones culturales

Angulo Fuentes, Arsenio January 2013 (has links)
Tesis para optar al grado de Doctor en Historia mención Historia de Chile / La “Vía chilena al Socialismo”1 y el gobierno del presidente Salvador Allende son un complicado proceso que han estado sujeto a una intensa revaloración y han sido punto de referencia histórica que articulan discursos públicos y privados. El triunfo de la Unidad Popular, su trágico fin y su evidente carácter fundacional han estado cargados de una amplia polisemia fundamentalmente política, pero que se vuelve más compleja al integrar además el imaginario y las representaciones culturales. La extensa bibliografía y la insistencia en las interpretaciones de la coyuntura 1970-973 reflejan la complejidad de un tema que es abordable desde distintos puntos de vista: ¿Qué representó la Vía chilena al socialismo para los soviéticos? ¿Cómo rastrear este imaginario sobre Chile? Es decir, poner el fenómeno del gobierno de la Unidad Popular y tratar de comprender cómo directa o indirectamente influyó en un segmento de la sociedad Soviética. Esta inquietud no tiene una respuesta única y se vuelve necesario ampliar el horizonte de las pesquisas y acentuar el diálogo con las fuentes. Esta “mirada externa” nos permite superar el encapsulamiento propio de la investigación en clave nacional y distinguir matices diferentes en cuanto a los discursos que produjo la Unidad Popular en los actores internacionales “desde abajo, y en clave de la historia transnacional, lo que nos permite descubrir una comprensión menos “intervenida” por estrategias y las prevenciones de la diplomacia. En concordancia con lo anterior, el núcleo de esta investigación se refiere a la memoria que dejó en la sociedad de la ex Unión Soviética la coyuntura chilena 1970 – 1973, a través de la reconstrucción histórica que se orienta desde las representaciones culturales y la historia oral. Proponemos que el gobierno de la Unidad Popular se constituyó como un significante que concentró y reactivó utopías sobre el cambio social, y que reactivó –en parte de la sociedad civil - muchos de los diálogos que circulaban o que estaban dejando de operar en la Unión Soviética. Dado este marco, la investigación se propone dar respuestas a las siguientes preguntas: 1. Qué dimensión adquirió la coyunturachilena de 1970 – 1973 en la prensa y las representaciones culturales soviéticas. 2. ¿Cómo se hizo presente en la historia oral el imaginario de la Unidad Popular y el de la dictadura cívico-militar instalada en Chile desde 1973? Se responderá esta interrogante a través del estudio de un colectivo estudiantil soviético, existente en el marco del movimiento de solidaridad internacional, la Interbrigada Víctor Jara de Leningrado, actual San Petersburgo. / Septiembre 2019
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Memoria, narración e identidad: testimonios de prisión política en dictadura mirados desde la perspectiva del testigo

Troncoso Moreno, Alejandra January 2012 (has links)
Tesis para optar al grado de Magíster en Literatura / La siguiente propuesta de investigación, tiene como propósito estudiar cuatro relatos testimoniales, escritos en los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet: Tejas Verdes (1974), del escritor Hernán Valdés, Cerco de púas (1977), de Aníbal Quijada, Un día de Octubre en Santiago (1977), de Carmen Castillo y, Un viaje por el Infierno (1984), de Alberto Gamboa Soto. Sostenemos que estos escritos exponen, no sólo una verdad opuesta a la difundida por el discurso oficial. Constituyen ante todo, un intento por reconstruir en el relato de la tortura y la represión, una identidad, que el régimen autoritario intentó hacer desaparecer a toda costa. Esta investigación pondrá especial énfasis en la perspectiva del hablante o testimoniante, que, a través de la escritura de su relato, trata de entender las interrogantes del presente, que desde su perspectiva ha perdido toda base de sustentación. Las noción de “Identidad narrativa” desarrollada por el filósofo Paul Ricoeur, resulta ser la más idónea para definir el tipo de identidad que cada uno de los narradores, intenta reconstruir en el relato de una vida en la tortura o la represión. La memoria, tanto individual como colectiva, cumplirá también un rol fundamental en los relatos que analizaremos, no configurando la Historia, pero constituyendo una legitimación individual en medio de otro tiempo más amplio: El social. Amalgamada al papel principal de la memoria en estos relatos, se encuentra la escritura del testigo. Esta contiene una finalidad catártica, pues se erige como un medio que se propone reconstruir narrativamente, una identidad pisoteada, o, lo que es peor, anulada en los centros de tortura, creados después de ocurrido el golpe militar de 1973.
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El abrazo del dragón: la China maoísta y su relación con la junta militar, el precio de contener a Taiwán

León Pedraza, Meilin Cynara 10 1900 (has links)
Memoria para optar al Título de Periodista / Beijīng será el escenario de los Juegos Olímpicos de 2008 y los lentes de miles de cámaras fotográficas y filmadoras estarán puestos en la capital china. Gracias a la globalización, los chilenos nos hemos acercado mucho a las civilizaciones extranjeras, que ya no se perciben tan lejanas como en otros tiempos. Debido a la inquietud masiva por indagar sobre la vida en países remotos, el periodismo se ha transformado en un puente informativo entre las diversas y distantes sociedades del orbe. Es por ello que resulta indispensable para la prensa abordar temas de relaciones internacionales, pues a través de su estudio podemos comprender mejor el interconectado mundo en el que vivimos. Los medios de comunicación no solo permitirán apreciar la mayor fiesta del deporte, sino también adentrarse en el desconocido mundo del “gigante” oriental que hace siglos describió Napoleón. A Chile y China las aparta la inmensidad del Océano Pacífico, una barrera idiomática casi insuperable y una arquitectura completamente diferente. Los rasgados ojos y el color amarillo de la piel asiática no tienen nada que ver con la apariencia más morena de los sudamericanos. Ningún parecido hay entre una empanada y un wantan ni entre un copihue y una flor del loto. Sin embargo, no todo es diferencia, pues a estas naciones las une la “Ch” en el inicio de sus nombres y, más importante aún, una amistad que supera las tres décadas y que sorteó incluso las divergencias políticas existentes entre el gobierno de Máo Zédōng y de la Junta Militar, encabezada por Augusto Pinochet. Cuando las Fuerzas Armadas chilenas efectuaron el Golpe de Estado en 1973, todos los indicadores apuntaban a que Běijīng pondría fin a las relaciones oficiales con la nueva administración de Santiago, no obstante, el quiebre nunca llegó ¿Por qué el gobierno comunista asiático no rompió la diplomacia con el régimen castrense de Chile, pese a la brecha ideológica que los separaba? Esa pregunta es la que se responderá en el presente ensayo periodístico, que se propone examinar la política exterior de China, poniendo énfasis en sus motivaciones geopolíticas y su carácter pragmático, junto con analizar cómo influyó la coyuntura mundial en la subsistencia de estos vínculos durante dicha época, pese a que existía un clima desfavorable para el desarrollo de la amistad entre ambas naciones. Para lograr estos objetivos, se desarrolló una investigación cualitativa que sigue esta hipótesis: aunque hubo otros factores que beneficiaron la continuidad de los lazos, la determinación de Běijīng obedeció principalmente al interés de China continental por impedir que Taiwán reanudara sus contactos con Chile. La persistencia de los vínculos oficiales con Santiago fue una estrategia de la campaña comunista por aislar a Taipei en el sistema internacional. Esta decisión china de mantener la diplomacia con Chile representa una prueba de la primacía que tuvo y hasta hoy tiene Taiwán en su agenda. Reducir las conexiones de Taipei con el mundo fue una excelente manera de posicionarse en el sistema internacional como la única China legítima y dejar en claro que el Zhŏng Guó o Reino del Centro (nombre de China en mandarín) no renunció ni renunciará a su soberanía sobre dicha isla. El interés de Běijīng por confinar a los chinos taiwaneses al enclaustramiento internacional prevaleció sobre sus principios ideológicos marxistas, opuestos a la nueva línea político-económica que instauró el gobierno castrense chileno y que venía a quebrar la aparente camaradería entre el mandato del socialista Salvador Allende y Máo. Aunque nunca hubo un rompimiento diplomático, se escribió entonces el capítulo más oscuro en la historia de la larga relación bilateral. En 1915, Chile inició lazos oficiales con China, que en esos años justo había cerrado su época imperial para comenzar su vida republicana. Durante la Guerra Civil entre comunistas y nacionalistas que se desató allí intermitentemente, entre 1927 y 1949, Chile mantuvo una posición muy cautelosa. Retiró su misión hasta que el caos se calmó y China se dividió en dos. Recién en 1966 el Estado chileno definió su postura a favor de la República Nacionalista de China, instalada en Taiwán. No obstante, la China comunista, denominada República Popular, no se resignó a perder su contacto con Santiago y mantuvo de manera extraoficial un importante intercambio cultural. Pese al desagrado de Taiwán, los esfuerzos de China Continental culminaron positivamente y, en 1971, Chile estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China (RPC), convirtiéndose en el segundo país latinoamericano en hacerlo, después de Cuba. Cuando ambas naciones suscribieron este pacto de amistad, la dirección ideológica de sus gobiernos coincidía: los dos países se encaminaban hacia el socialismo. Gracias a esta similitud se crearon contactos entre chilenos y chinos, tanto del ámbito político como económico, además de un intercambio cultural, que en Chile tuvo mayor repercusión debido a los inmigrantes o “chinos de ultramar” y sus descendientes que vivían aquí. No obstante, la estabilidad de los vínculos trastabilló con el derrocamiento de Allende y la posterior llegada de los militares chilenos al poder. Luego de la muerte del presidente socialista, el primer ministro chino, Zhōu Ēnlái, envió sus condolencias a Hortensia Büssi de Allende, aunque lo hizo a nombre personal y no desde su cargo. Los días que sucedieron al Golpe se escribió en la prensa china que Allende había sido asesinado por las fuerzas que ingresaron a La Moneda y solo meses después se descartó esa idea. Durante el primer año del mandato castrense se rumoreó que el quiebre entre la República Popular China (RPC) y Chile sería inevitable, sobre todo porque Taiwán realizaba gestiones para apurar el eventual alejamiento entre éstos y reiniciar relaciones con el nuevo régimen sudamericano. Por otro lado, no parecía descabellado suponer un final de la amistad entre Běijīng y Santiago, considerando que la mayoría del bloque soviético había retirado a sus representantes de la capital chilena y que la Junta Militar rompió lazos con Cuba, Corea del Norte y Camboya. La determinación de Chile de terminar su diplomacia con estos dos países de Asia aumentó las especulaciones, debido a la cercanía entre esas administraciones y China continental, pero el episodio de mayor tensión se produjo en 1974. A inicios de ese año, el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno solicitó a las autoridades maoístas el permiso para nombrar a Hernán Hiriart como embajador en suelo oriental, no obstante la petición fue aprobada casi dos meses después. A diferencia de otras naciones, la RPC nunca había reconocido públicamente la legitimidad del gobierno que debutaba en Santiago. La admisión de Hiriart era entonces la única señal positiva que podía recibirse de manos orientales, por lo que su tardanza generó justificada preocupación en la cancillería chilena. Lo cierto es que, pese a este incidente, la fractura diplomática entre Santiago y Běijīng jamás se concretó. Los vínculos de alto nivel permanecen intactos hasta hoy, cuando pasan por su mejor momento, luego de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), rubricado el 28 de octubre de 2005 y que es el primer acuerdo de este tipo suscrito por el país asiático. Para lograr un conocimiento acabado de las circunstancias y condiciones que permitieron la subsistencia de la amistad sino-chilena luego del Golpe Militar, la investigación estuvo basada en una amplia revisión bibliográfica y la realización de entrevistas a varios expertos en el estudio de China. La redacción de este ensayo se organizó en varios capítulos. El primero es esta introducción que expone de manera sintetizada el tema, junto con puntualizar asuntos metodológicos como lo pregunta de investigación, los objetivos y la hipótesis. El segundo acápite, denominado “Entendiendo al Dragón”, pretende adentrar a los lectores en el particular y desconocido pensamiento chino, a través de tres apartados. En el primero de éstos y como dice su nombre “China versus Taiwán: ¿Enfrentamiento de dos naciones o una guerra política?”, se explica dicho conflicto oriental, narrando cómo el titán asiático terminó partido en dos; la segunda parte del capítulo se llama “La política exterior de la República Popular China: ¿Cómo se ve el mundo desde los rasgados ojos de Běijīng?”, donde se aborda en profundidad esta materia; y el último punto de esta sección fue bautizado como “China en el sistema internacional durante la Distensión: la emergencia de un gigante”, donde se describe el panorama mundial en los años de la Détente y el rol que China jugó en ese tablero. El tercer capítulo, titulado “El abrazo del Dragón”, trata de las relaciones bilaterales entre Chile y China. En su primer apartado, “El comienzo de una amistad”, se abordará la historia de los vínculos diplomáticos entre estas naciones hasta el 11 de septiembre de 1973, mientras que en la sección siguiente, “La no ruptura Běijīng-Santiago tras el golpe. El precio de contener a Taiwán”, se detallan cómo continuaron los contactos entre el régimen castrense chileno y la administración maoísta, junto con revelar los motivos que llevaron a la RPC a no terminar con los lazos que la unían a la Junta Militar de Chile. Por último, el cuarto capítulo corresponde a las conclusiones, donde se expondrán resumidamente todos los antecedentes recabados para ver si se corrobora o no la hipótesis, además de manifestar los imprevistos y los obstáculos que se presentaron durante la investigación y que pudieran haber influido en los resultados de ésta. Junto con esto y para mostrar la pertinencia de este trabajo, se hará un pequeño balance de la importancia que tuvo el mantenimiento de los vínculos diplomáticos entre Chile y China para el actual estado de la relación bilateral. Finalmente, quiero referirme a las motivaciones que me llevaron a indagar en este tema. Puedo decir que este ensayo es el producto de un mestizaje; el resultado de la combinación entre mi amor por el periodismo, en particular por el internacional, y por China y su pueblo. Desde los primeros años de estudio de mi carrera, me llamó la atención el fenómeno de la globalización, en especial cómo éste no solo afectaba a los medios de comunicación sino que también era afectado o, mas bien, generado a través de ellos. Posteriormente y tras el atentado a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, me di cuenta que es tanta la información a la que se puede acceder hoy, que las personas en vez de sentirse más conocedoras del mundo que habitan, cada día se confunden más y hasta se consideran menos parte de él. Percibí que mi inquietud por el desarrollo de los medios globalizados podía ser focalizada de forma más concreta a través del ejercicio del periodismo internacional y me propuse, como una humilde aspiración, lograr hacer un periodismo que no agobiara con datos, sino que los usará para explicar lo que ocurre a diario en nuestra Tierra. En otras palabras, quise apostar por utilizar las múltiples fuentes de información que la tecnología nos suministra para intentar traducir los hechos del ajetreado mundo a un lenguaje comprensible para todos. Creo que mi mayor aporte proviene precisamente de mi conexión con China, un país donde se habla un idioma que en este lado del planeta casi todos ignoran. No solo tuve la fortuna de pasear por esta gran nación, la más poblada del planeta y la potencia promisoria del siglo XXI. También porque desde que era una niña me deleito comiendo Kǎo Yā (Pato Pekín) los fines de semana y prendas de seda cuelgan en mi clóset. China es el universo que mejor conozco después de Chile. Sé sobre China, y quiero que la gente lo haga también, porque mi esencia está enraizada en ese lejano país. El año 1928, Liang Tang, un joven cocinero cantonés bajó de un barco repleto de chinos en búsqueda de un mejor pasar. Hablando solo “gotas” de español y resignándose a un cambio de apellido debido a la ineficacia de los antiguos registros oficiales nortinos, ese soñador oriental se enamoró de una chilena en Iquique y formó una de las cientos de familias sino-chilenas que hoy residen en suelo sudamericano. La descendencia fue prolífica y aquí escribe un producto de esa mezcla, aunque mi apellido ya no sea Liang, sino León; aunque recién esté aprendiendo a dominar los cuatro tonos del mandarín. Soy mestiza porque a los cinco años aprendí a manejar los palillos mejor que un lápiz, porque me dormía escuchando el cuento de “El Rey Mono” en vez de “La Caperucita Roja”, porque crecí leyendo más a Confucio que a Sócrates, porque tengo tez amarilla y ojos almendrados. O, simplemente, porque me llamo Meilin y no María.
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Entre broma y broma, la verdad asoma: El Golpe de Estado y los primeros momentos de la dictadura vistos a través de la caricatura extranjera. Chile 1973 – 1974

Castro García, Cristián January 2005 (has links)
Informe de Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia. / El presente trabajo de investigación, titulado Entre broma y broma, la verdad asoma: El golpe de estado y los primeros momentos de la dictadura vistos a través de la caricatura extranjera, Chile 1973-1974, pretende analizar dicho acontecimiento de la historia de Chile utilizando como fuente primaria caricaturas publicadas en diarios y revistas extranjeras durante los años mencionados. Se eligió como tema el coup d´etat de 1973, porque éste significó un cambio trascendental en la historia de Chile, al interrumpir violentamente el proceso democrático que el país llevaba desde los años treinta: “Fue el golpe militar más violento de la historia latinoamericana del siglo XX y ocurrió en un país que se enorgullecía de sus tradiciones democráticas tan profundamente arraigadas ”. Este acontecimiento, llamó la atención de los medios de prensa extranjeros, los cuales reaccionaron frente a él en diferentes formas, una de las cuales, fue la caricatura.
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Los pelaos del: 73 de victimarios a victimas olvidadas

Blanche Goldsack, Andrea Carolina 11 1900 (has links)
Memoria para optar al título de Periodista / El autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento / Lejos del espíritu alfabetizador y educativo que tuvo para el mundo civil y popular la aprobación en 1900 de la ley Nº 1362 de Reclutas, muchos de los conscriptos que realizaron el Servicio Militar Obligatorio (SMO) siete décadas más tarde se sintieron traicionados y tremendamente dañados al salir licenciados dos o tres años después de asumir su compromiso con la patria en abril de 1973. Una querella interpuesta en 2009 por 438 de estos ex soldados, que demanda una reparación por el atropello a sus derechos humanos durante el cumplimiento de su SMO entre 1973 y 1989, da cuenta de que la contribución de las FFAA a la educación y bienestar del país contenida en la primera ley de reclusión no prevaleció en el tiempo. Pese a ello, en sus inicios, y aun cuando fue resistida por algunos sectores de la sociedad, como los anarquistas y los partidarios de la organización social y la educación estatal no militar, la ley de reclusión obligatoria promulgada a principios del siglo XX significó un importante avance en la alfabetización de una buena parte de la población popular masculina, más aún si se considera que la educación fiscal básica se hizo realidad recién en 1920, con la aprobación de la ley Nº 3.654 de Instrucción Primaria Obligatoria. Se trató de una de las tantas medidas de modernización y profesionalización emprendidas por el Ejército décadas antes, cuando finalizó la Guerra del Pacifico (1879-1884). Esta implementación estuvo ligada a la llegada del capitán alemán Emilio Körner Henze y de otros militares germanos, cuyas enseñanzas tuvieron como resultado una creciente “prusianización” del Ejército de Chile, donde uno de los ejes fundamentales lo constituye el concepto de “verticalidad del mando”. La duración de esa instrucción obligatoria era de un año. Posteriormente, en 1925, la ley Nª 678 aumentó la permanencia en las filas a 18 meses en el Ejército, y a dos años en la Marina. Este período de conscripción se redujo luego en 1931, con la puesta en marcha del DFL Nº 31. En 1953, con el DFL Nº 13, se agrega lo que se llamó el Cuerpo Militar del Trabajo, que perseguía entregar herramientas a los jóvenes reclutas para que pudieran desempeñarse laboralmente una vez que se licenciaran. En 1970 la ley de conscripción que regía era la Nº 11.170, que especificaba que el servicio militar tendría una duración de un año para el Ejército y la Aviación, mientras que en la Armada se prolongaría por dos años. Pese a este evidente aporte al desarrollo del país, el vínculo entre los militares y el mundo civil ha estado constantemente cargado de tensión desde fines del siglo XIX. La insurrección exhibida por la Armada durante la Guerra Civil de 1891 ya anticipaba que la relación cívico-militar sería convulsa en el transcurso del siglo XX. La sublevación que generó un quiebre en el seno del Ejército significó la toma de posición de las FFAA en un conflicto civil que tuvo un saldo de diez mil muertos. Posteriormente, al levantamiento de 1925 protagonizado por los jóvenes de los institutos militares se sumó el movimiento de 1932. Esos eventos dieron paso a un período de cuatro décadas en que los militares, en apariencia, se subordinaron al devenir de un país gobernado por civiles. No obstante, fue durante este último período que se gestó al interior de las FFAA la línea de pensamiento ideológico que estuvo detrás de la acción más mortífera y dañina que los militares chilenos dirigirían hacia sus compatriotas: el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. La adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) y la Defensa Hemisférica, en el contexto del desarrollo de la Guerra Fría que devino al término de la Segunda Guerra Mundial orientó el foco en la defensa externa ante un enemigo foráneo, propio de los ejércitos en los que se cristaliza el Estado nacional, también hacia el “enemigo interno”: es decir, contra los civiles al interior del país que podrían constituir una amenaza al adscribirse a las ideas del socialismo y el marxismo. Estas doctrinas ya se ponían en práctica en un conjunto de naciones lideradas por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (ex URSS), entre las cuales se encontraban algunos países latinoamericanos, como Cuba. Bajo esta lógica, las FFAA chilenas enfocaron su modernización en las décadas previas al golpe: el combate al enemigo interno se instaló en los programas de formación de los militares chilenos, y sucesivas promociones egresadas de la Academia de Guerra eran enviados a la Escuela de las Américas que tenía Estados Unidos en Panamá, donde aprendieron estrategias de contrainsurgencia. En este contexto el socialista Salvador Allende llegó a la presidencia de la República en 1970, apoyado por una base partidaria agrupada en la Unidad Popular (UP). Lo que vino en adelante no fue sino el derrotero inevitable de lo que significaría gobernar contra los intereses de Estados Unidos y de la clase oligárquica y empresarial chilena, que veía con estupor cómo el programa de la UP avanzaba en la conquista real de derechos sociales para las masas obreras, campesinas y populares, y afectaba sus propios intereses en tierras, propiedades e inversiones. El golpe de Estado de septiembre de 1973 encabezado por el general Augusto Pinochet se transformó en el punto culmine de tres años de tensión y conflictos políticos e ideológicos. En ese tiempo las FFAA fueron dejando de lado la subordinación al poder civil que marcó las cuatro décadas precedentes. La Doctrina de Seguridad Nacional, que tomó cada vez más fuerza al interior de la institución castrense, se materializó en el entrenamiento que recibieron quienes se presentaron a cumplir con el SMO en abril de 1973. Muchos de ellos, entrevistados para esta investigación, dan cuenta de la particular instrucción recibida en los casi seis meses anteriores al golpe: combate en poblaciones, asalto a localidades civiles y otras enseñanzas que estaban relacionadas más con el resguardo del orden público interno, que con una preparación para repeler el ataque de fuerzas foráneas. El periodista, analista internacional y especialista en temas de seguridad y defensa, Raúl Sohr, rescata las palabras del fallecido general Alejandro Medina Lois para explicar la escala de prioridades que imperó por décadas en el Ejército chileno, teñido por la DSN: “Los mayores peligros que amenazan a Chile son el quiebre de la unidad nacional, la alteración del orden y la paz interna, y por último la agresión externa”. Se trató, según Sohr, de una guerra “a la subversión marxista y al terrorismo como los enemigos principales” , que a partir del golpe contra el gobierno socialista de Allende no hizo sino instaurarse a sangre y fuego, utilizando a los conscriptos como ejecutores de la cruzada definida por los altos mandos. En ese ambiente, quienes hoy bordean los 60 años cumplieron con su SMO. Según una aproximación entregada a la autora por la Oficina de Transparencia e Información Pública del Ejército, el año 1973 cumplieron con su servicio aproximadamente 18.497 ciudadanos, repartidos en diferentes unidades militares a lo largo del país
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La teología de la liberación en tiempos de dictadura: religión y resistencia. Coyuntura y estructura. Pasado y actualidad en cuatro casos chilenos

Riobó Pezoa, Enrique January 2008 (has links)
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